jueves, 1 de mayo de 2025

Desarrollo vs. Subdesarrollo: La cruda realidad que explica por qué Latinoamérica sigue estancada

 


Cuando miramos al mundo, es evidente que hay un grupo de países que le llevan la delantera a América latina, lo percibimos a diario, cuando vemos los logros de sus sociedades, cuando los visitamos y observamos la forma en la que viven sus nacionales, en esencia, todo parece ser más fácil para las personas que habitan en ellos, parecen tener una vida más holgada y tranquila, que se desenvuelve dentro de un entorno en el que todo, simplemente funciona mejor. Recurrentemente oímos hablar de desarrollo, sin embargo, muchos no sabemos lo que significa y tampoco tenemos claro cómo se alcanza. Al respecto, un conjunto de teorías, ninguna de ellas comprobada, nos han llenado de mitos que intentan explicar las razones por las cuales existen diferencias tan marcadas en materia de desarrollo entre países.

Para entender el desarrollo basta con pensar en el conjunto de condiciones cuya existencia facilitaría la posibilidad de materializar nuestras expectativas y las de todos los que nos rodean, es decir, en una serie de aspectos de nuestra realidad y de nuestro entorno, que ofrecerían la posibilidad de que vivamos felices y en armonía.

Lo cierto es que, nuestras explicaciones con respecto a las razones por las cuales algunos países han logrado desarrollarse y otros no, están centradas en culpar a los demás de semejante condición. De forma un tanto adolescente, las ideas predominantes intentan salvarnos de la responsabilidad de nuestro atraso y subdesarrollo.

En todo caso, los países desarrollados nos llevan la delantera principalmente debido a la capacidad que tienen sus sociedades para agregar mucho más valor que las nuestras. La disposición para trabajar en conjunto y construir cosas sofisticadas con las cuales son capaces de modificar el mundo y su realidad, es lo que les ha permitido procurarse las condiciones para que sus nacionales vivan en un entorno de indudable bienestar.

Vale la pena anotar que, agregar valor supone la ejecución de procesos colaborativos sistemáticos, dirigidos a consolidar los aportes de multitud de individuos en torno a resultados capaces de proporcionar satisfacción, bienestar a nuestros connacionales y al resto del mundo.

Es evidente la magnitud de las diferencias, mientras los países desarrollados han construido en conjunto la tecnología para llevar de forma segura personas al espacio exterior, los latinoamericanos no son capaces de proporcionarse infraestructura de transporte elemental, algo similar ocurre con la salud, la educación, la justicia y las demás dimensiones esenciales del bienestar.

Por supuesto, hay varios aspectos que le han hecho posible a unos construir más valor que a otros, el primero y más fundamental es la cultura. Lo que se puede ver en los países desarrollados, es una marcada obsesión cultivada desde edades tempranas en cada uno de los individuos de sus sociedades por lograr, por materializar, por construir, por solucionar y sobre todo, por avanzar. En contraposición la cultura de América Latina está focalizada en exigir que otros construyan el valor que necesitamos, en pretender adaptar el mundo a nuestras propias limitaciones, en destruir y cuestionar los logros humanos.

El segundo, que además es esencial, es el conocimiento, cuánto más sofisticado, mayor será la capacidad real para construir valor. Los viajes aeroespaciales, por ejemplo, requieren de un número muy importante de personas con un dominio indudable de la física, las matemáticas, la ingeniería, las ciencias de la computación, la astrofísica por mencionar algunas áreas del conocimiento involucradas. Cuanto más generalizado sea semejante nivel de conocimiento al interior de una sociedad, en sus diferentes sectores económicos, mayores serán las posibilidades de solucionar en conjunto problemas más complejos y satisfacer necesidades más difíciles de afrontar. En consecuencia, lo que podemos ver es que los países desarrollados se toman muy seriamente la generación y sobre todo la generalización del conocimiento profundo y riguroso, mientras los países latinoamericanos, lo cuestionan, lo desprecian y sobre todo lo subestiman. Además está poco difundido en su población, sin mencionar que se focaliza en áreas como las ciencias sociales con menor capacidad para generar procesos conjuntos de construcción de valor.

En efecto, países con culturas diferentes y con niveles de conocimiento dispares, tienden a tomar decisiones muy distintas que los conducen por caminos divergentes, por ejemplo, Noruega y Venezuela tomaron en algún momento de su historia decisiones muy diferentes con respecto a la manera de administrar los recursos petroleros y los ingresos generados por su producción y exportación, por supuesto en la actualidad, son países con niveles de desarrollo diametralmente distintos.

Lo claro es que, los países desarrollados y Latinoamérica tienen en la actualidad capacidades muy diferentes para comprender el mundo y sobre todo afrontar sus problemáticas más estructurales. Por lo tanto, si queremos evolucionar en el sentido de construir las condiciones que asegurarán nuestro bienestar y facilitarán la materialización de nuestra felicidad, necesitamos aumentar drásticamente nuestra capacidad para construir valor modificando nuestra cultura, enfocándola en el logro, en el avance, mejorando nuestro conocimiento, haciéndolo más profundo, sofisticado y generalizado, centrándolo en áreas de alta agregación de valor y sobre todo, tenemos que empezar a tomar decisiones diferentes que nos conduzcan de forma certera por el camino del desarrollo.

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