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domingo, 10 de diciembre de 2023

Rompiendo los mitos sobre el empresariado y el emprendimiento

 


Fuente: https://www.jelpit.com/blog/empresas/estrategias-para-llevar-tu-emprendimiento-a-otro-nivel/

En los últimos años, un conjunto de personas, al interior de universidades, entornos políticos, en general, actores con actividades desvinculadas del sector real; ha venido construyendo una historia falsa en relación con el emprendimiento y los empresarios. Partiendo del cuestionamiento de hace siglos, promovido en su momento por Marx, Engels y posteriormente por sus descendientes ideológicos, centrado en la explotación de los trabajadores, en la tesis de que el aporte del trabajador es la verdadera fuente de valor en la sociedad, en el concepto de la plusvalía y la lucha de clases; cuestionan y denigran del rol de los empresarios en la sociedad y los beneficios del emprendimiento, partiendo del hecho de que los empresarios por sí mismos no aportan valor, en general son simplemente dueños del capital y fundamentalmente se rentan de su propiedad.

Toda esta construcción, que en algún momento de la historia resultó útil para el mejoramiento de la sociedad, en la época actual es total y completamente improcedente por varias razones.

El valor no está explicado por la cantidad de trabajo invertido:  en la actualidad tenemos claro que el valor está determinado por la relación entre quien produce y quién consume, sabemos que la interacción entre estas dos perspectivas las cuales están centradas por un lado, en cuánto cuesta producir algo teniendo en cuenta todos los elementos involucrados en la producción, y por el otro, qué tanto la sociedad, necesita o desea lo que se produce. Para ilustrar ésta consideración pensemos en un emprendedor que decide producir grilletes para esclavos, invirtiendo grandes cantidades de trabajo en su elaboración, teniendo en cuenta que la sociedad abandonó semejante práctica, por fortuna  hace años, seguramente el valor real de lo que vende será nulo precisamente porque nadie necesita o desea tal artículo no obstante alguien decida producirlo. 

La importancia creciente de la gerencia: cualquiera que haya emprendido, sabe que el aporte más grande que hace el emprendedor, el empresario en la producción de bienes y servicios, es la articulación de infinidad de recursos de toda índole para materializar un resultado  notablemente complejo sobre el cual exista necesidad  o deseo. No hay duda de que esta capacidad es increíblemente escasa y valiosa, tanto que podemos hacer el experimento de intentar producir algo tan sofisticado como un dispositivo móvil, juntando un conjunto de trabajadores y no tendremos ningún resultado, incluso, podemos trasladar ésta responsabilidad al Estado y conociendo su incapacidad histórica para desempeñar dicha tarea, no logrará lo que un buen emprendedor hace de forma rápida y sistemática. Se ha difundido el mito de que el empresario únicamente aporta los medios de producción lo cual es totalmente falso y ajustado a otra época, de hecho este planteamiento proviene en general de personas que jamás en su vida han emprendido con éxito, en realidad, para un emprendedor lo menos relevante es la propiedad de los medios de producción, tanto así, que en las primeras etapas de un emprendimiento real no le pertenecen, usualmente su consecución procede de préstamos y apalancamiento. En la mayoría de los casos le prestan justamente gracias y en proporción a su capacidad de gerencia y logro de resultados. 

El Estado no puede reemplazar al empresario: podría hacerlo, pero la experiencia ha demostrado que en modelos democráticos es un pésimo emprendedor, corrupto, ineficiente e ineficaz. De hecho, lo que no advierten muchos, es que también se apropia de una plusvalía muy relevante a través de impuestos que no se devuelve a la sociedad pues se diluye en un aparataje burocrático. Por lo tanto, bajo estás circunstancias se cambia a un emprendedor ágil y eficaz por otro lento y pesado que se queda con una mucho mayor porción del valor creado por nuestro trabajo. 

La mayoría de empresarios no son magnates dueños de grandes corporaciones: según datos de la OCDE hasta el 70% de lo que se produce en la actualidad procede de Pequeñas y Medianas Empresas (PYME), esto quiere decir que la mayoría de emprendimientos en el mundo son en realidad lo que observamos en la cotidianidad, la empresa del panadero que produce pan en el primer piso mientras vive con su familia en el segundo y que para hacerlo contrata dos panaderos aprendices, la peluquería que vincula a otros tres o cuatro peluqueros más, el taller automotriz que da trabajo a otros mecánicos, por mencionar algunos ejemplos.

El emprendimiento no es negativo ni destructivo: lo que destruye el entorno es el emprendimiento irresponsable, que en realidad esta paulatinamente desapareciendo. Gracias a cambios evidentes en las preferencias sociales, cada vez tenemos un emprendimiento más altruista y consciente, más centrado en la sostenibilidad, la ética y la responsabilidad social. Para constatarlo basta estudiar el comportamiento de grandes empresarios a lo largo de la historia, comparar las prácticas de emprendedores como John D. Rockefeller y Andrew Carnegie, con las de contemporáneos como Steve Jobs y Sam Altman, siendo objetivos, es claro que hay diferencias fundamentales en su escala de valores así como en la voluntad de hacer aportes notables para construir una mejor sociedad. 

Lo cierto, es que emprender es la base del desarrollo y hasta la fecha, solo los países con una sólida cultura emprendedora focalizada en profundos principios éticos y de justicia, han logrado altos niveles de bienestar y felicidad, por lo tanto, si queremos avanzar es pertinente enaltecer el emprendimiento, la gerencia, la construcción de valor social  y concentrarnos en configurar un ecosistema, que haga posible este proceso de forma igualitaria para cada uno  de los individuos de nuestra sociedad. 

Versión en audio


domingo, 30 de octubre de 2022

El Management: un arte importante pero increíblemente escaso


Fuente: IB Training Center

La capacidad gerencial es un aspecto que explica las diferencias más importantes en el resultado alcanzado por las distintas organizaciones. No obstante, se trata de una condición escasa en el entorno colombiano, por esa razón principalmente nuestras organizaciones tanto de carácter privado como público, se encuentran claramente rezagadas en relación con el resto del mundo. Al leer este enunciado, la mayoría de lectores un tanto ágiles para concluir y posiblemente  poco familiarizados con el concepto, estarán pensando en que hay otros aspectos que definen tales diferencias, sin embargo, vale la pena anotar de forma también rápida, que todas las dimensiones que vienen a sus cabezas, están afectadas de forma determinante por el concepto del management.

Precisamente, uno de los factores generadores de semejante circunstancia, es la ignorancia social en relación con los aspectos más esenciales de un arte tan sofisticado. La mayoría de personas entienden la gerencia de forma superficial, asociándola a aspectos tan diversos como el emprendimiento, el ejercicio del poder o la toma de decisiones.

Tal ignorancia es sustancialmente menor en sociedades más desarrolladas, en su caso, tanto el entorno público como privado, han venido construyendo a lo largo de los años capacidades indudables, que han separado drásticamente el nivel de producción privada y la eficacia de la gestión pública, del que ostentan el resto de países. No es una coincidencia que las organizaciones más valiosas y los gobiernos más adelantados, compartan entorno con las mejores escuelas de negocios del mundo.

Pocos tienen en la cabeza que El management es en realidad el arte de articular y gestionar recursos de toda índole, de forma efectiva, con el propósito de lograr la materialización de resultados concretos. Considerando tal definición entenderán la relevancia de generar una capacidad como ésta. Lo que se puede ver en la práctica en relación con semejante desconocimiento es una especie de sensación de superioridad, la mayoría de nosotros nos creemos gerentes simplemente porque jerárquicamente, tenemos la posibilidad de ejercer más poder que otros y peor aún, respaldados por la suficiencia que nos entrega la ignorancia, nos consideramos a nosotros mismos buenos gerentes, logremos o no los resultados esperados.

Aspectos fundamentales para asegurar la movilización y articulación de recursos como la estrategia de negocio, privado o público, así como la forma de organizarse; son irrelevantes para multitud de directivos. Capacidades esenciales como el liderazgo, el pensamiento sistémico y estratégico, están ausentes de su repertorio o desviados hacia versiones distorsionadas que deterioran drásticamente su capacidad para materializar sinergias y lograr resultados.

En la mayoría de los casos están sujetos a conceptos antiguos, atrasados o a experiencias del pasado que generaron capacidades gerenciales limitadas y rudimentarias. Nuevamente la ignorancia mezclada con el ego les juega una mala pasada, pues los lleva a pensar que todos los cuestionamientos a su manera de hacer las cosas, así como las aproximaciones gerenciales más actuales, no son más que “teorías” interesantes que no pueden ser aplicadas. No se dan cuenta de que al ser el management un arte, carece enteramente de tales planteamientos irreales, mientras todo lo que propone es práctica pura extraída de organizaciones más avanzadas, mejor gerenciadas, que han demostrado su capacidad para obtener resultados superiores a los de todas aquellas con las que están familiarizados.

Considerando las implicaciones del problema, es urgente que como sociedad lo afrontemos con decisión y contundencia. Lo primero, que debemos hacer, es de forma humilde, aceptar que somos ignorantes. Lo segundo es, prepararnos con ahínco para superar todas nuestras deficiencias y lo tercero, es empezar a operar cambios en todos nuestros entornos, que nos conduzcan a mejorar nuestros resultados empresariales y gubernamentales.

Un requisito esencial para asegurar semejante evolución, es el fortalecimiento y desarrollo de las escuelas de negocios y de gerencia pública, así como el estrechamiento paulatino de la relación academia, empresa, gobierno. Otro determinante, es poner a la gerencia por delante de todo, considerarla un valor social fundamental, promoverla al interior de los diferentes sectores, independientemente de si son privados o públicos.

De avanzar en este sentido, lo más probable, es que en unos años seamos un país desarrollado, que mire a lo lejos a otras sociedades en las que apenas se empieza a gestar está misma discusión.

 Versión en audio

 

 

 

 

 


domingo, 9 de octubre de 2022

Estrategia corporativa, competitiva y desarrollo

 


Lo que se espera de un buen gobierno, es que configure el entorno legal, económico y fiscal de un país para mejorar la riqueza y bienestar de todos y cada uno de los gobernados. La redistribución, cuando no se genera riqueza que pueda distribuirse lo único que hace es trasladar recursos de los menos pobres a los más pobres dejando a los primeros en peor situación, y a los segundos en dependencia, de otra parte, la historia nos ha demostrado en múltiples países que la estabilidad y la transparencia en la gestión de la economía son los pilares más grandes del desarrollo, lo demás no son más que habladurías e irresponsabilidad.

En el caso de Colombia, la esencia de un resultado como el mencionado tendrá su base en el diseño acertado de su estrategia corporativa y competitiva. Nos urge concentrarnos en estos dos aspectos pues durante años, nos hemos comportado como un país planeador, al interior del cuál estamos obsesionados con los objetivos y las metas, pero no existe ninguna claridad en relación con la ruta que nos conducirá hacia el desarrollo.

La primera de estas estrategias, se concentra en decidir el portafolio de negocios del país, mientras la segunda, se focaliza en la forma en la que creará la mayor rentabilidad social posible al interior de cada una de las líneas de negocio escogidas. Una mezcla óptima de estas decisiones explica claramente las razones por las cuales, algunos países tienen niveles de desarrollo superiores a otros.

En lo que tiene que ver con estrategia corporativa, un análisis de contexto externo nos sugiere de inmediato que es necesario empezar a migrar el portafolio de negocios centrado en petróleo y carbón a producción de energías limpias, al tiempo que se fortalecen las líneas de negocio de la agroindustria y de la tecnología. Los cambios en el mundo en lo que tiene que ver con la evolución hacia la movilidad eléctrica y la recomposición de la matriz energética en múltiples países, nos dicen que las industrias del carbón y el petróleo iniciarán en los próximos años un proceso de declive por lo que sería lógico profundizar drásticamente, pero de forma sostenible, la explotación y exportaciones de estos dos recursos, con el fin de generar excedentes que nos permitan invertir en las líneas de negocio de reemplazo a la velocidad necesaria.

En el caso de la agroindustria, lo pertinente es desarrollar está línea de negocio para aprovechar de forma contundente los recursos y las capacidades con las que cuenta el país que en la actualidad están desperdiciados. El propósito es que la producción en esta materia empiece a multiplicar su participación en el PIB, cuidando que la cantidad de bienes y servicios producidos crezca, pero aumentando en una proporción mayor, el ingreso recibido por el país gracias a que los productos vendidos incrementen su valor agregado.

De otra parte, la evolución del Metaverso, el Blockhchain, la aceleración de la transformación digital etc., dejan claro que en los próximos años la realidad del mundo será eminentemente digital, por tanto, habrá una demanda creciente de servicios tecnológicos. Se trata de un sector de muy escaso desarrollo en el país que necesitará un proceso agresivo de construcción de recursos y capacidades.

En las tres líneas de negocio habrá que configurar todo un ecosistema productivo inexistente en la actualidad que garantice su rotundo éxito. Por lo tanto, será necesario crear un fondo totalmente independiente del sector público, dedicado enteramente a hacer las inversiones requeridas para lograr este resultado. El modelo podría ser similar al del Fondo Soberano Noruego con una lógica organizacional parecida a la del Banco de la República, de suerte que sus decisiones sean ajenas a los intereses políticos tradicionales. La idea es que este fondo reciba la totalidad de los recursos provenientes del incremento de la explotación de las líneas de negocio de petróleo y carbón y los invierta de forma totalmente autónoma y eficaz. 

En lo que tiene que ver con la estrategia competitiva, vale la pena aprender de lo que ha venido pasando a lo largo de los años en el mundo empresarial, en la actualidad, las organizaciones más valiosas del mundo son plataformas, se trata de instancias que construyen un entorno diseñado para  facilitar la interacción entre oferta y demanda de distintas características, utilizando la tecnología como mecanismo para dinamizar dicho relacionamiento. Así las cosas, lo que habría que hacer es convertir al Estado colombiano en una plataforma centrada y focalizada en facilitar las transacciones en todas sus líneas de negocio. La idea es configurarlo como el diseñador y administrador de un entorno que estimule y posibilite la interacción entre los diferentes integrantes de la oferta, la demanda y el ecosistema habilitador de estos nuevos negocios. Parece una tarea fácil, pero en realidad se trata de una reinvención completa de las ramas del poder público colombiano, aprendiendo de las experiencias de las organizaciones actuales más avanzadas.  

En relación con la estrategia funcional, lo más importante y urgente, es rediseñar enteramente la estrategia financiera del país, esto implica configurar a Hacienda como una herramienta para mejorar el bienestar de cada colombiano, materializar la estrategia corporativa y de plataforma descritas. La idea es analizar la totalidad de la cadena productiva para mediante la estrategia tributaria garantizar el crecimiento rápido de los sectores que se quieren desarrollar. Además, a través de la política fiscal, relocalizar todo el gasto público,  invirtiendo esencialmente en el desarrollo de los habilitadores del ecosistema que soporta los sectores de interés. Finalmente, garantizar una alta y consecuente estabilidad económica, de suerte que los capitales internos y externos necesarios para hacer crecer de forma sostenible los nuevos negocios se movilicen a raudales.

Nada de lo mencionado se ejecutaría a través de la contratación masiva de consultorías, más bien, todo se haría mediante estrictos y sofisticados procesos de gerencia al interior del propio gobierno. Por lo tanto, sería necesario sacar al Consejo de Ministros de todos los escenarios que lo distraen para centrarlo en gestionar eficaz  y rigurosamente las organizaciones estatales y de esa forma poder alinearlas con la estrategia y garantizar buenos resultados muy rápidamente.

 

 Versión en audio

 

 

viernes, 27 de mayo de 2022

Equipos de alto desempeño: menos problemas y disculpas, más acción y solución

 


Un país como Colombia, lleno de retos tanto en el entorno privado como el público, necesita con desesperación, la proliferación en su interior de equipos de altísimo desempeño, capaces de conducirnos por el camino del verdadero desarrollo. Requiere urgentemente, la instalación de la dinámica de equipos altamente efectivos y adelantados, al interior de familias, empresas, universidades, entidades de gobierno, organizaciones sin ánimo de lucro etc. 

 

Desafortunadamente, nuestra cultura, nos lleva por otro camino en el marco de prácticas que nos mantienen estáticos en las situaciones complejas y cuestionables a las que estamos sujetos desde hace años. 

 

En los siguientes apartes pretendo enunciar de forma resumida, algunas de estas costumbres esperando que quienes lean este artículo, logren identificarlas en sus propios entornos, con el propósito de arrancarlas de raíz, a fin de lograr nuestra evolución como sociedad, recordando que los grandes cambios sociales se materializan gracias a decisiones individuales dentro de entornos cotidianos. 

 

Estamos obsesionados con los problemas: tenemos la convicción de que el desarrollo de cualquier discusión debe estar centrado, fundamentalmente, en exponer y precisar las situaciones problemáticas a las que nos enfrentamos. Tomamos problemas triviales y los sobre analizamos, durante el desarrollo de reuniones interminables, en las que cada uno de los participantes expone su punto de vista. Nos sentimos inteligentes cuando en el marco de nuestro discurso citamos cifras, leyes, bibliografía, datos técnicos, todos relacionados con la expansión y profundización de aspectos que ya están suficientemente comprendidos y estudiados.  

 

Si queremos incursionar en la dinámica de equipos de alto desempeño, debemos tener claro que la comprensión de los problemas es valiosa en la medida en que la entendamos, simplemente como un escaño que nos permitirá avanzar en la identificación e implementación de soluciones contundentes. Es fundamental que apropiemos el hecho, de que el estudio de los problemas debe ser profundo, riguroso, informado, pero al mismo tiempo, increíblemente ágil y veloz. Finalmente, es oportuno interiorizar, que a la sociedad no le hacen falta “diagnosticadores” de oficio, lo que realmente necesita, son personas dispuestas a solucionar de forma definitiva los inconvenientes que nos aquejan. 

 

Todo nos parece difícil: generamos la absurda percepción de que hay problemas cotidianos que no pueden ser solucionados, cuando la realidad es que la gran mayoría de ellos, incluso los más complejos, tienen su origen en nuestro comportamiento y decisiones. Promovemos la idea, de que avanzar en soluciones es una tarea titánica, imposible de materializar por personas como nosotros procedentes de sociedades “limitadas” y “tercermundistas”. 

 

La realidad, es que, en un mundo de conocimiento abierto como el actual, no hace falta haber estudiado en una universidad sofisticada o tener estudios avanzados como un doctorado, para dar alcance a una situación problemática, lo único que se requiere, es la comprensión rápida y detallada de las dinámicas sistémicas que la determinan y, sobre todo, la voluntad de afrontarla de forma decidida, con la convicción de que tenemos la capacidad real de solucionarla, gracias al trabajo en equipo. Además, es fundamental quitarnos la tara, de que las soluciones deben venir de otros más capaces y conocedores que nosotros, personas externas a nuestros entornos o incluso procedentes de otros países. Comprender que en un mundo como el actual, conocer de un tema necesario para configurar una potencial solución, es tan fácil como leer un libro, un artículo o ver un video a través de las redes en las que interactuamos regularmente. 

 

Somos poco innovadores: nos aterra ingeniar e innovar, luego de las largas e interminables discusiones en las que se analiza un problema sobre el cual todos tenían algo que decir, se impone un silencio absoluto cuando se reclaman ideas, que puedan materializarse con el propósito de garantizar una solución efectiva. Cuando por fin, empiezan a aparecer unas pocas alternativas, todas ellas se sujetan a proponer cosas que se han hecho en el pasado con cuestionables resultados, y una vez se pone de presente su ineficacia, usualmente recurrimos a llamarlas de otra manera, como si la modificación de la denominación corrigiera su insuficiencia estructural. Eso sin mencionar, que sugerimos revisar de oficio, lo que otros han hecho antes que nosotros, con el ánimo de copiar sus propias soluciones e implementarlas en nuestro entorno. 

 

Si queremos convertirnos en equipos altamente efectivos, debemos comprender que el momento determinante, en el que se requieren todos los aportes, cuando debemos desplegar toda nuestra inteligencia e ingenio; es ése en el que se proponen las soluciones. Teniendo claro, que si algo se ha hecho en el pasado y el problema aún persiste, probablemente la solución vigente no está siendo efectiva, por lo que se requiere una solución alterna mejorada, que no tiene que venir de afuera o haber sido implementada antes por alguien más, sino que más bien, puede ser concebida completamente por nosotros mismos. 

 

La disculpa es nuestra primera respuesta: en nuestra cotidianidad, cada vez que se pone de presente la necesidad de atacar una problemática específica, lo primero que se recibe de parte de los implicados, es una larga e innecesaria disculpa. En el marco de esta dinámica, invertimos buena parte de nuestro tiempo en restarle importancia a problemáticas vigentes y defendernos de las críticas a soluciones que no parecen estar funcionando. 

 

Los equipos de alto desempeño nunca justifican la existencia de problemáticas de ninguna índole y mucho menos defienden soluciones ineficaces, pues lo consideran una real y completa pérdida de tiempo. Asumen la disculpa como una manera de justificar la incompetencia y como un mecanismo mediocre, que lo único que logra es aplazar la formulación de soluciones contundentes. Entienden que la disculpa y la justificación paralizan, en la medida en que reducen la percepción de urgencia de la actuación, por lo tanto, en vez de perder el tiempo en ambos recursos, procuran entender de forma rápida y precisa las manifestaciones problemáticas, para atacarlas con decisión, rigurosidad, oportunidad y contundencia. 


No nos comprometemos a actuar: nos cuesta comprometernos con acciones concretas, preferimos que los problemas se solucionen por sí mismos o que otros tomen la iniciativa de afrontarlos. Cuando nos asignan responsabilidades directas, procuramos no comprometernos con una fecha y si la aceptamos a regañadientes, la asumimos como una sugerencia, que incumplimos regularmente. Incluso, intentamos cambiar el alcance de lo solicitado, con el fin de facilitar nuestro recorrido hasta lograr un resultado, que puede ser cómodo para nosotros, pero que no garantiza la solución del problema que estamos enfrentando. 

 

Migrar hacia la dinámica de equipos de alto desempeño, implica comprometerse a actuar siempre que sea necesario, comprender que el único mecanismo pertinente para solucionar los problemas que nos rodean, es la acción decidida y contundente. Este tipo de equipos jamás intentan moderar el alcance de un resultado para su propio beneficio y mucho menos incumplen las fechas atadas a los compromisos, pues saben que detrás de la solución a una problemática hay expectativas, intereses y preocupaciones de otros equipos o de personas afectadas por dicha situación.  

 

 

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