El patrón
de comportamiento propio de nuestra especie, puede resumirse en una declaración
más o menos severa: poblamos, consumimos, destrozamos el medio que habitamos y
nos reproducimos.
Un
momento…¡Los virus se comportan de la misma manera¡ ¿Serán los virus
capitalistas? ¿Será la raza humana alguna especie de virus?
Todos los días aumenta de forma exponencial
el número de personas que cohabitan en nuestro superpoblado planeta. El
objetivo de cada individuo de la especie, de los gobiernos que nos rigen y de
las organizaciones que nos satisfacen, parece ser incrementar en la mayor
medida posible nuestra capacidad de consumo. Esta dinámica irracional está
explicada en las bases del actual modelo económico. Los principios capitalistas
se fundamentan en el crecimiento, que a su vez se soporta en el aumento de la
producción y el consumo, este patrón de comportamiento presiona incesantemente
a una tierra agotada para que entregue una porción cada vez mayor de sus recursos
escasos.
Ya no se trata de una advertencia lejana y
algo impertinente que recordamos cada vez que a un grupo de “locos con
mochilas” les da por salir a protestar en algún lugar del mundo. Estamos
hablando de una inquietud cada vez más cercana, que aparece todos los días
cuando vemos en periódicos los informes acerca de la huella humana sobre el
planeta que hacen organizaciones como Global Footprint Network (GFN), las
declaraciones de líderes de los multilaterales que promueven modelos de
desarrollo sostenibles y las decisiones de grandes conglomerados que redefinen
su enfoque para concentrarse en el manejo de recursos altamente demandados.
En
los actuales discursos de los líderes de todo el mundo es posible detectar un
cambio de tendencia. Algunos de ellos sostienen posiciones tan controversiales
como la de Tarja Halonen, Presidente de
Finlandia, quien defiende abiertamente la necesidad de “poner en práctica
el desarrollo sostenible ahora y no
a pesar de la crisis económica,
sino precisamente debido a ella”. Si esta fuera la declaración
del mandatario de un país como Bangladesh o Timor oriental, no nos conmovería
debido a que se trata de dos países cuya actividad económica general tiene un
mínimo impacto sobre el planeta. Por el contrario se trata de la posición de la
regente de uno de los 11 países más demandantes de recursos en el mundo. Lo más
interesante de todo es que no estamos hablando de posiciones aisladas de
mandatarios progresistas. A comienzos de este mes Angel Gurría, Secretario General de la OECD, publicó en el Europe’s World,
un extenso artículo en el que clama por la inmediata implementación en el mundo
de estrategias de crecimiento verde. De acuerdo con sus pronósticos, para el
2050 la demanda global por agua se incrementará en un 55% y la biodiversidad de
todo el planeta se reducirá en más del 10%. Estos forman parte de una serie de
argumentos con los que justifica la propuesta de un cambio de perspectiva en el
modelo de desarrollo.
Incluso estandartes de la
ortodoxia económica como Kenneth Rogoff, actual Profesor de Harvard University y
antiguo Economista Jefe del Fondo Monetario Internacional; han empezado a promover abiertamente la
necesidad de repensar el crecimiento económico como una opción defendible y razonable
de desarrollo perpetuo. En días
recientes, publicó una serie de artículos en los que propone el reemplazo del
paradigma del crecimiento con la implementación de modelos sostenibles que
defiendan la durabilidad de los recursos.
Todos estos son claros indicios de que el panorama económico global se
está renovando. No estamos hablando de “locos con mochilas” gritando en una
esquina, sino de agentes representativos con suficiente incidencia en la
comunidad internacional como para generar verdaderos movimientos de cambio.
Habría que cuestionarse con respecto al tiempo que demorará esta transición:
¿un año?, ¿tal vez cinco?, ¿quizás diez?, ¿medio siglo?. Cualquier respuesta al
respecto rayaría en la especulación, lo único cierto en este caso, es que cuanto
más nos demoremos, más cerca estaremos de nuestro colapso como especie.
¿Serán los virus capitalistas? ¿Será la
raza humana alguna especie de virus?, la solución de estas cuestiones se la
transfiero a los lectores con la aclaración cuidadosa de que cualquiera sea la
respuesta, debe matizarse con las cifras producidas por GFN: la humanidad está
sirviéndose de la naturaleza 50% más rápido de lo que se toma ella para renovarse
y la situación es tan dramática que en el 2030 la humanidad necesitará
alrededor de dos planetas para satisfacer algunas de sus necesidades más
elementales.