Por: Armando Ardila Delgado y Valeria Parra Gregory*
Si el domingo los colombianos hubiesen salido a votar para
refrendar o no los acuerdos de La Habana, le habrían dicho que
SI al proceso de paz. Así lo señala la última medición de Invamer, contratada
por Caracol, Blu Radio y El Espectador. No obstante, según la encuesta Gallup de julio pasado, el 64% de las personas
desaprueba la gestión del presidente de
la República; Colombia está dispuesta a confiar, lo cual representaría uno de los primeros pasos para construir la paz. No
solo estamos hablando de materializar lo acordado, sino de generar todas las
condiciones necesarias para evitar que hombres y mujeres, jóvenes y niños
tengan razones para volver a la guerra.
Según estudios de diferentes instituciones como la Universidad Católica de Chile y la Asociación Internacional de Ciencia Política, la confianza está relacionada con la
gobernabilidad, el desarrollo y la resolución de conflictos. A mayor confianza entre unos y otros, mejores resultados en el ámbito económico,
político y social. Una condición como ésta haría la diferencia en un país como Colombia, en el que el porcentaje de
la población que dice estar dispuesto a confiar en la mayoría de la gente, apenas llega al 5%.
En todo caso, partir de la idea que los demás son buenos cuando las
cifras relacionadas con criminalidad y corrupción son altas, no es una tarea
sencilla. Sin embargo, según autores como la premio Nobel de economía Elinor Ostrom, tener
expectativas positivas respecto al comportamiento de los demás, reduce el
riesgo de transacción y, por tanto, los riesgos de conflicto. Teniendo en cuenta que Colombia es considerado “el país menos pacífico de la región”, una situación similar tendría un impacto
social relevante. De hecho, en el escenario actual,
atrevernos a confiar sería una de las garantías para construir una paz estable,
ya que estaría cimentada en la cooperación y una idea diferente de "el otro". El
objetivo, sería dejar a un lado el estereotipo de colombiano “sagaz” que
confunde ingenio con la posibilidad de sacar provecho a cualquier costo y, por
el contrario, posicionar la actitud de confianza, no como ingenuidad, sino como
una oportunidad para obtener mayores beneficios.
Así mismo, confiar traería resultados positivos en el ámbito
político y económico. En el primero, porque favorece la gobernabilidad y la democracia. En los casos en los que los
niveles de confianza hacia las instituciones son altos, la toma de decisiones y
la implementación de políticas es más efectiva y los niveles de corrupción son
menores. Suecia es un buen ejemplo, sus niveles de confianza en las
instituciones (48% de las personas confían en la función pública) y confianza social (60% confían en la mayoría de sus conciudadanos), están estrechamente relacionados con resultados
positivos en los indicadores mundiales de
gobernabilidad del
Banco Mundial. Resultados que contrastan
con Colombia, en donde apenas 20% de la población confía en la función pública, y el sólo
5% confía en la mayoría de las personas que le rodean. En este sentido, las relaciones entre confianza y gobernabilidad constituye un círculo virtuoso, en
el que mayores niveles de confianza permiten ejecutar más fácilmente políticas,
incentivan la cooperación y la participación ciudadana en la toma decisiones,
al tiempo que garantizan, entre otras cosas, la obediencia voluntaria de las
normas. A su vez, estos resultados contribuyen a la generación de un ambiente
propicio para aumentar la confianza de los ciudadanos en las instituciones y los servidores
públicos.
Indicadores Mundiales
de Gobernabilidad-2014
Fuente: Banco Mundial.
Finalmente, confiar
también contribuiría a impulsar el escenario económico colombiano. Según
autores como el politólogo Francis Fukuyama, en el entorno actual no solo
priman los seres racionales que mediante acciones egoístas buscan maximizar resultados, por lo que
elementos como la cooperación cobran importancia. Al reducirse los costos de transacción, aumentan las
posibilidades de creación de nuevas organizaciones y crecimiento de las ya
existentes. De hecho, este mismo autor sostiene que existe una fuerte relación
entre el nivel de confianza y el Producto Interno Bruto, relación que se
evidencia de nuevo en el ejemplo que compara Suecia y Colombia, teniendo en
cuenta que el PIB de cada uno es US$579,7 miles de millones y US$378,4 miles de
millones, respectivamente. Stephen Knack
y Philip Keefer afirman que la confianza también estimula la
innovación que
motiva la exploración de nuevos mercados y creación de nuevos productos o
servicios. Si percibimos estabilidad y menos riesgos, nos atrevemos más.
Ahora bien, si el conflicto en diferentes escenarios
disminuyera, las instituciones y políticas fueran más efectivas y
transparentes, al tiempo que se impulsara el crecimiento de la economía, se irían
desdibujando las causas estructurales del conflicto que hemos vivido por
décadas. Entonces, aprender a confiar en los demás y cambiar de paradigma nos
abriría nuevas oportunidades para vivir, por fin, una paz estable y duradera.
* Secretaria Privada de la Subdirección General del Departamento Administrativo de la Función Pública
* Secretaria Privada de la Subdirección General del Departamento Administrativo de la Función Pública