miércoles, 21 de agosto de 2019

Sobre la peste negra y sus enseñanzas en materia de decisiones públicas: recomendaciones de expertos que conducen a la sociedad a "morderse la cola"



La peste negra es considerada la pandemia más importante de la historia, se estima que entre el 30 y el 60 por ciento de la población mundial murió a causa de esta enfermedad. En la actualidad se argumenta que era transmitida por pulgas transportadas por roedores, también se cree que la transmisión entre personas se produjo por ectoparásitos humanos, como la pulga común o piojos del cuerpo, sin embargo, han venido surgiendo cuestionamientos científicos en relación con este planteamiento. 

No obstante lo dicho, los médicos más adelantados y eruditos de la época, atribuían el mal a los “miasmas”, es decir, a la corrupción del aire provocada por la emanación de materia orgánica en descomposición, la cual se transmitía al cuerpo humano a través de la respiración o por contacto con la piel; incluso hubo algunos que asociaron la enfermedad con fenómenos astrológicos.

Los dramáticos efectos de la enfermedad sobre la población mundial pueden explicarse principalmente por el error de diagnóstico de los equipos científicos, su interpretación del fenómeno llevó a los políticos y a toda la sociedad, a enfrentar un “falso determinante”, a declarar un “falso problema” el enemigo público de toda la humanidad.

Esta situación condujo inexorablemente a la sociedad, a la implementación de medidas costosas focalizadas en evitar a toda costa los “miasmas” y toda suerte de contacto humano, distrayendo recursos valiosos que podrían haberse invertido en el control de “roedores e insectos parásitos”.

A pesar de que han pasado varios siglos desde cuándo históricamente se registró este insuceso, los errores de diagnósticos inducidos por equipos científicos que fungen como asesores públicos, siguen estando presentes. La declaración de “falsos problemas” como enemigos públicos está vigente en la mayoría de sociedades actuales y goza de mayor incidencia en países con niveles medios o bajos de desarrollo. 

En el caso de  Colombia, por ejemplo, es posible identificar múltiples fenómenos que se ajustan a la lógica mencionada, las decisiones de los políticos y de la sociedad, están determinadas por análisis de grupos de expertos de indudable eficacia a la hora de postular “falsos enemigos públicos”, los cuales amenazan si tregua las dimensiones más relevantes de la realidad cotidiana. 

El narcotráfico es sin duda el “miasma” más representativo de nuestra realidad, a diario invertimos incontables recursos humanos, financieros y técnicos en intentar acabar con este flagelo, sin comprender que los “roedores e insectos parásitos” actuales, están representados en la enfermiza desigualdad que se ha venido consolidando en el país a lo largo de los años y conduce a los grupos menos favorecidos a intentar apropiarse de rentas de cualquier índole, utilizando mecanismos como el tráfico de drogas, disponibles en un momento determinado de la historia. 

Peor aún, este “falso determinante” nos lleva a sacar conclusiones basadas en evidencia también errónea, que nos conducen a decisiones que parecen tener fundamento en cifras, pero que en realidad están nubladas por nuestros fuertes prejuicios con relación a la existencia de un “enemigo público” incuestionable, de esta manera, cada vez que se genera un asesinato en nuestro país, de inmediato lo atribuimos al “falso problema” del narcotráfico, descartando de tajo cualquier análisis en relación con sus verdaderas causas.

El exceso de velocidad es también un “falso determinante” que en los últimos años ha tomado fuerza en lo que tiene que ver con la problemática de accidentalidad vial. El país viene invirtiendo ingentes recursos en reducir la velocidad de desplazamiento en todas las vías terrestres, en la actualidad buena parte de los esfuerzos de los políticos y la sociedad se enfocan en atacar este “enemigo público”. Es interesante ver el papel que las cifras han venido jugando en fundamentar y consolidar la capacidad de amenaza de este “falso problema”, las medidas que se han venido tomando están focalizadas en reducir los límites de velocidad hasta niveles considerablemente bajos, a tal punto, que en los diagnósticos actuales, la causa omnipresente de la casi totalidad de accidentes, es justamente exceder los mencionados limites. Esta condición supone un inconveniente de amplias magnitudes en la medida en que tales prejuicios menoscaban la posibilidad de hacer análisis serios para identificar los determinantes reales de cada accidente.

Por supuesto, desde un punto de vista contrafactual, es trivial demostrar que desplazarse a  velocidades superiores a los bajísimos límites actuales impuestos en nuestro país, no es el verdadero determinante de los accidentes viales, si este planteamiento fuera cierto la mortalidad y morbilidad en las autopistas europeas de alta velocidad serían inconcebibles y cada país con límites de velocidad superiores a los nuestros, ostentaría índices de accidentalidad más altos. 

En este caso el verdadero determinante es sin duda, la manera en la que se diseñó el sistema vial y la forma en la que se configura debido a un proceso evolutivo basado en micro decisiones que en esencia estructura vías terrestres que conducen a la generación de accidentes. Desde aspectos como la potestad de un alcalde para definir el uso del suelo en sectores cercanos a autopistas, hasta que contratistas públicos puedan decidir sobre cerramientos y señalizaciones que no cumplen con estándares mínimos de seguridad, pasando porque un gobierno local permita que las vías se deterioren; son en conjunto causantes de la tormenta perfecta para generar un número de accidentes considerable. 

Los anteriores son apenas dos ejemplos tomados de un amplio repertorio, por lo  tanto, vale la pena pensar las cosas con calma y revisar dos veces antes de implementar medidas que terminan restringiendo libertades con el propósito contradictorio de  controlar “miasmas”.  La idea en términos de decisiones políticas y sociales es afrontar la solución de problemas reales, dejando de lado los sofismas que lo único que hacen es distraernos. 

10 comentarios:

  1. Digamos de entrada que hay expertos entre los expertos y 'miasmas' de 'miasmas', pero, por supuesto el miasma mayor es el secuestro de los recursos públicos - esos arduamente ganados ahorros de la comunidades reunidos vía los tributos - por parte de los profesionales del fraude y el dolo. ¡Y es un 'miasma' de absoluta realidad! Se enseña en el comedor durante la comunión del pan a los niños, se consolida con toda especie de falaces modelos de 'pensamiento' y lógicas, se hereda luego a la primera ocasión (léase elección popular o designación burocrática) disponible... Ahora bien, como dijo Ragnar Lothbrok, no se trata de quejarse, simplemente 'así están las cosas por aquí...' y otro dicho para rematar: No 'se le piden peras al olmo..." Para lecciones pregúnteseles a los parisinos de 1789...

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    1. Ramón tienes razón, todas las medidas implementadas en materia de corrupción, atacan las consecuencias y no las causas. De ahí la poca efectividad de las políticas anticorrupción. Sin embargo, los técnicos creen en ellas.

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  2. Dr. Armando, interesante y muy vigente tema sobre los falsos diagnósticos. Hace poco tuve la oportunidad de ver en Netflix unos capítulos de una serie llamada "Diagnóstico: casos sin resolver", donde la Dra. Lisa Sanders, 'cerebro' de la exitosa serie del Dr. House, relata una serie de casos médicos difíciles para la ciencia médica. Ella quiere crear, usando internet, big data, data analytics, etc, una red de médicos que ayuden a resolver de forma más oportuna y pertinente estos casos extraños para los galenos; a propósito, es un artículo de El País (https://elpais.com/cultura/2015/09/24/television/1443092238_786679.html) de forma demoledora afirma que "este año, 80.000 enfermos van a morir en hospitales norteamericanos por mal diagnóstico". Así es la magnitud de los desastres que generan los errores de diagnóstico. Y prosigue el citado artículo en las recomendaciones que da la Dr. Sanders en la forma de acertar en el correcto diagnóstico:
    “Tres son las reglas de oro para un buen diagnóstico”, explica después de su intervención ante casi un millar de futuros médicos. “Primero, el clic, el algo no encaja en todo esto, lo bueno de House; segundo, el conocimiento, y tercero, la experiencia, la conexión de ese conocimiento con el paciente”. En este caso el paciente es la sociedad o el grupo de valor para la política pública.
    En política pública, los errores de diagnóstico causan estragos de grandes magnitudes: en salud pública cuestan miles de vidas: términos como "eventos reportables", "incidentes clínicos", "eventos adversos" usados en las fallas de los servicios de salud, van sumando minuto a minuto la filas y columnas de las bases de datos de la vigilancia epidemiológica y estos datos valiosos para la evolución de la salud en nuestro país poco se revierten en la toma de decisiones y en las políticas públicas.
    Así que después de este interesante planteamiento, respetado Dr. Armando, quedamos atentos en leer en este blog como evitar estos sesgos de diagnóstico en las políticas públicas. Muchas gracias

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    1. Alejandro me alegra coincidir contigo enteramente en el enfoque analitico, como aporte a lo que mencionas, quiero recomendarte una serie llamada "The Good Doctor", en ellas se utilizan de forma muy interesante las tres claves a que haces alusión. Con respecto a los siguientes pasos... espero avanzar en soluciones.

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  4. Muy pertinente e interesante el tema y las dinámicas expresadas. Ahora bien, si lo consideramos desde la integralidad del territorio, con todas sus dimensiones y quienes formulan política pública, y toman decisiones, vemos cómo conciben en la mayoría de los casos propuestas, soluciones o directrices que no necesariamente consideran la base sobre la cual el hombre ejerce una apropiación y desigual distribución de los recursos de vida, derivando en una serie de problemas ambientales y territoriales, cuyas causas pueden concebirse como “falsos determinantes” y por ende las soluciones no son las más apropiadas ni eficientes.

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    1. Querido Johoner tienes razón, muy pertinentes apreciaciones. En los relacionado con el ordenamiento y las demás dinámicas territoriales es evidente el fenómeno que mencionas.

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  5. Contribuyendo con lo que se menciona en el artículo, traigo a colación lo que la historiadora y filósofa Diana Uribe menciona sobre la peste negra en alguno de sus programas donde se repasa la Historia humana: Una de las causas por los que países europeos y asiático (como China) vivieron una crisis sanitaria descontrolada fue la falta de higiene debido a la ausencia de acueductos y alcantarillados en las calles de las poblaciones que existían en esa época y en las que se proliferaban las enfermedades. Adicionalmente, al no contar con baños en las casas, los pobladores lanzaban al exterior de sus “hogares” los excrementos y orines, haciendo que los olores fueran nauseabundos y atractivos para que roedores, moscas y pulgas se concentraran, generando las condiciones para que el cólera y el tifo se propagara y contaminara a las personas, produciendo la peste que cobró muchas vidas hasta que se inventó la vacuna contra esas bacterias.
    Si bien mi contextualización es cruda y drástica más no muy lejana de una realidad cercana, el artículo busca hacer un llamado a reflexionar respecto a que si un Estado que no analiza exhaustivamente y a profundidad las causas de un problema, nunca llegará a encontrar la verdad de lo que lo genera. Causas pueden haber muchas, pero lo que hay que buscar es la primera de esa cadena de causas. Cuando hay funcionarios mediocres, porque su perfil no cumple con el nivel de conocimientos que se requiere para combatir realmente el problema, solo se limitan a encontrar las causas aparentes y más fáciles de detectar. Luego el mal se cura por las ramas y no se llega a la raíz del mismo. De ahí que esos falsos problemas efectivamente son enemigos públicos, ya que no se ataca su origen, sino que con esa conducta se desperdician recursos intentando acabarlos, pero solo con presunciones, especulaciones y malos manejos administrativos.

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  7. Hola profe Armando,

    Muy interesante artículo para entender el subdesarrollo de nuestras políticas públicas en cuanto a su capacidad de lograr los verdaderos beneficios de los proyectos o políticas que buscan mejorar la calidad de vida de nuestra sociedad. Pensaría que valdría la pena adicionar el conflicto de intereses que hay entre los funcionarios públicos, politicos, entre otros, en buscar primar los intereses particulares sobre el bien común. Lo anterior, basado en que la opinión de los expertos o equipo de diagnostico, se ve sesgada por los intereses de los politicos que toman las decisiones sobre el uso de los recursos públicos. Para dar un ejemplo, el metro de Bogotá, que sin importar la opinión o la calidad del equipo experto, los politicos ya tenían una decisión clara. Solo necesitaban el soporte de su decisión, si esta estaba alineada con sus intereses.

    Encontrar la verdadera causa de los problemas no consideraría que fuese la única solución a nuestros problemas de políticas públicas mal planteadas. Finalmente podemos encontrar la verdadera causa sin miasmas o distractores, la verdadera problemática estaría derivada de la independencia de los funcionarios en implementar la decisión de los expertos sin importar si la misma beneficia o perjudica a grupos de interés particulares.

    Manuel Gutiérrez

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