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viernes, 27 de mayo de 2022

Equipos de alto desempeño: menos problemas y disculpas, más acción y solución

 


Un país como Colombia, lleno de retos tanto en el entorno privado como el público, necesita con desesperación, la proliferación en su interior de equipos de altísimo desempeño, capaces de conducirnos por el camino del verdadero desarrollo. Requiere urgentemente, la instalación de la dinámica de equipos altamente efectivos y adelantados, al interior de familias, empresas, universidades, entidades de gobierno, organizaciones sin ánimo de lucro etc. 

 

Desafortunadamente, nuestra cultura, nos lleva por otro camino en el marco de prácticas que nos mantienen estáticos en las situaciones complejas y cuestionables a las que estamos sujetos desde hace años. 

 

En los siguientes apartes pretendo enunciar de forma resumida, algunas de estas costumbres esperando que quienes lean este artículo, logren identificarlas en sus propios entornos, con el propósito de arrancarlas de raíz, a fin de lograr nuestra evolución como sociedad, recordando que los grandes cambios sociales se materializan gracias a decisiones individuales dentro de entornos cotidianos. 

 

Estamos obsesionados con los problemas: tenemos la convicción de que el desarrollo de cualquier discusión debe estar centrado, fundamentalmente, en exponer y precisar las situaciones problemáticas a las que nos enfrentamos. Tomamos problemas triviales y los sobre analizamos, durante el desarrollo de reuniones interminables, en las que cada uno de los participantes expone su punto de vista. Nos sentimos inteligentes cuando en el marco de nuestro discurso citamos cifras, leyes, bibliografía, datos técnicos, todos relacionados con la expansión y profundización de aspectos que ya están suficientemente comprendidos y estudiados.  

 

Si queremos incursionar en la dinámica de equipos de alto desempeño, debemos tener claro que la comprensión de los problemas es valiosa en la medida en que la entendamos, simplemente como un escaño que nos permitirá avanzar en la identificación e implementación de soluciones contundentes. Es fundamental que apropiemos el hecho, de que el estudio de los problemas debe ser profundo, riguroso, informado, pero al mismo tiempo, increíblemente ágil y veloz. Finalmente, es oportuno interiorizar, que a la sociedad no le hacen falta “diagnosticadores” de oficio, lo que realmente necesita, son personas dispuestas a solucionar de forma definitiva los inconvenientes que nos aquejan. 

 

Todo nos parece difícil: generamos la absurda percepción de que hay problemas cotidianos que no pueden ser solucionados, cuando la realidad es que la gran mayoría de ellos, incluso los más complejos, tienen su origen en nuestro comportamiento y decisiones. Promovemos la idea, de que avanzar en soluciones es una tarea titánica, imposible de materializar por personas como nosotros procedentes de sociedades “limitadas” y “tercermundistas”. 

 

La realidad, es que, en un mundo de conocimiento abierto como el actual, no hace falta haber estudiado en una universidad sofisticada o tener estudios avanzados como un doctorado, para dar alcance a una situación problemática, lo único que se requiere, es la comprensión rápida y detallada de las dinámicas sistémicas que la determinan y, sobre todo, la voluntad de afrontarla de forma decidida, con la convicción de que tenemos la capacidad real de solucionarla, gracias al trabajo en equipo. Además, es fundamental quitarnos la tara, de que las soluciones deben venir de otros más capaces y conocedores que nosotros, personas externas a nuestros entornos o incluso procedentes de otros países. Comprender que en un mundo como el actual, conocer de un tema necesario para configurar una potencial solución, es tan fácil como leer un libro, un artículo o ver un video a través de las redes en las que interactuamos regularmente. 

 

Somos poco innovadores: nos aterra ingeniar e innovar, luego de las largas e interminables discusiones en las que se analiza un problema sobre el cual todos tenían algo que decir, se impone un silencio absoluto cuando se reclaman ideas, que puedan materializarse con el propósito de garantizar una solución efectiva. Cuando por fin, empiezan a aparecer unas pocas alternativas, todas ellas se sujetan a proponer cosas que se han hecho en el pasado con cuestionables resultados, y una vez se pone de presente su ineficacia, usualmente recurrimos a llamarlas de otra manera, como si la modificación de la denominación corrigiera su insuficiencia estructural. Eso sin mencionar, que sugerimos revisar de oficio, lo que otros han hecho antes que nosotros, con el ánimo de copiar sus propias soluciones e implementarlas en nuestro entorno. 

 

Si queremos convertirnos en equipos altamente efectivos, debemos comprender que el momento determinante, en el que se requieren todos los aportes, cuando debemos desplegar toda nuestra inteligencia e ingenio; es ése en el que se proponen las soluciones. Teniendo claro, que si algo se ha hecho en el pasado y el problema aún persiste, probablemente la solución vigente no está siendo efectiva, por lo que se requiere una solución alterna mejorada, que no tiene que venir de afuera o haber sido implementada antes por alguien más, sino que más bien, puede ser concebida completamente por nosotros mismos. 

 

La disculpa es nuestra primera respuesta: en nuestra cotidianidad, cada vez que se pone de presente la necesidad de atacar una problemática específica, lo primero que se recibe de parte de los implicados, es una larga e innecesaria disculpa. En el marco de esta dinámica, invertimos buena parte de nuestro tiempo en restarle importancia a problemáticas vigentes y defendernos de las críticas a soluciones que no parecen estar funcionando. 

 

Los equipos de alto desempeño nunca justifican la existencia de problemáticas de ninguna índole y mucho menos defienden soluciones ineficaces, pues lo consideran una real y completa pérdida de tiempo. Asumen la disculpa como una manera de justificar la incompetencia y como un mecanismo mediocre, que lo único que logra es aplazar la formulación de soluciones contundentes. Entienden que la disculpa y la justificación paralizan, en la medida en que reducen la percepción de urgencia de la actuación, por lo tanto, en vez de perder el tiempo en ambos recursos, procuran entender de forma rápida y precisa las manifestaciones problemáticas, para atacarlas con decisión, rigurosidad, oportunidad y contundencia. 


No nos comprometemos a actuar: nos cuesta comprometernos con acciones concretas, preferimos que los problemas se solucionen por sí mismos o que otros tomen la iniciativa de afrontarlos. Cuando nos asignan responsabilidades directas, procuramos no comprometernos con una fecha y si la aceptamos a regañadientes, la asumimos como una sugerencia, que incumplimos regularmente. Incluso, intentamos cambiar el alcance de lo solicitado, con el fin de facilitar nuestro recorrido hasta lograr un resultado, que puede ser cómodo para nosotros, pero que no garantiza la solución del problema que estamos enfrentando. 

 

Migrar hacia la dinámica de equipos de alto desempeño, implica comprometerse a actuar siempre que sea necesario, comprender que el único mecanismo pertinente para solucionar los problemas que nos rodean, es la acción decidida y contundente. Este tipo de equipos jamás intentan moderar el alcance de un resultado para su propio beneficio y mucho menos incumplen las fechas atadas a los compromisos, pues saben que detrás de la solución a una problemática hay expectativas, intereses y preocupaciones de otros equipos o de personas afectadas por dicha situación.  

 

 

 Versión en audio

 

jueves, 24 de diciembre de 2020

Los emprendedores no necesitan incentivos

Durante años, las iniciativas relacionadas con emprendimiento, se han concentrado, desde la perspectiva de los negocios nuevos, en aumentar la velocidad de creación de una empresa, en dar incentivos temporales para acelerar su incubación,  en desarrollar la generación de ideas, la innovación etc. Por otra parte, convencidos de que nuestras micro, pequeñas y medianas empresas tienen recursos y capacidades limitados, nos hemos dedicado a generar programas que intentan fortalecer tales dimensiones. 

No obstante lo mencionado, paralelamente, hemos creado un ecosistema tributario que expropia los márgenes de estos emprendimientos, que depreda los negocios pequeños o los condena al subdesarrollo, pues les quita la posibilidad de generar verdadera riqueza que se convierta en el combustible para crecer, desarrollar los recursos, las capacidades y generar ventaja competitiva. 

Estamos obsesionados con la formalidad, perdiendo de vista que para un emprendedor no es negocio ser formal. La realidad, es que la única manera de generar riqueza en ciertas industrias es manteniéndose escondido de tal ecosistema depredador. 

Pero ahí no para todo, tal expropiación la hemos extendido a las personas naturales quitándoles la posibilidad de generar riqueza que les permita invertir en nuevos emprendimientos. Parece que el único camino posible, es ser empleado e invertir los pocos recursos ahorrados en apartamentos, taxis, tiendas, restaurantes o alguna suerte de negocio incipiente. 

Para una micro, pequeña o mediana empresa, crecer significa evolucionar de manera orgánica, autónoma, sin depender de mecanismos artificiales como incubadoras y respiradores representados en programas de apoyo o alguna otra suerte de artificialidad.

Perdemos de vista que para evolucionar, es necesario tener acceso a tecnologías novedosas que están disponibles en el mercado, a contratar talento humano costoso que traiga nuevas ideas y consultores externos caros que nos ayuden a solucionar problemas estructurales, también implica poder invertir en investigación y desarrollo para encontrar mecanismos que nos permitan separarnos de nuestros competidores. Sin embargo, en aras de asegurar todo lo anterior, la empresa debe generar margen y riqueza suficientes para remunerar correctamente a sus dueños y además, generar excedentes que le permitan adquirir todo lo mencionado. 

Nadie desarrolla un negocio de forma contundente, con márgenes que inicialmente parecen ser gigantescos, pero que luego de descontar los importes que alimentan al ecosistema depredador, terminan siendo famélicos y no alcanzan ni siquiera para ofrecer una vida decorosa a quien emprende. 

Sin duda, en materia de políticas de emprendimiento, no vamos por el camino correcto, buena parte de los recursos se focalizan en generar mecanismos artificiales que contrarresten un monstruo creado por nosotros mismos. El resto, se emplea para fomentar comportamientos que son naturales en el ser humano como el emprendimiento y la innovación, pero que en el marco de un ecosistema tan hostil, se reprimen y languidecen. 

Es necesario generar un cambio de rumbo que modifique el ecosistema, que comprenda que no podemos seguir pretendiendo castigar a las micro, pequeñas y medianas empresas con impuestos mal estudiados y poco técnicos, sin tener consecuencias. Que tales medidas lo que consiguen, en resumidas cuentas, es profundizar la desigualdad: nuestros impuestos, además de ser terriblemente distorsionadores, castigan de forma implacable los capitales pequeños mientras resultan ser inofensivos para los más grandes. 

En definitiva, lo que necesitan los emprendedores, más que estímulos o incentivos, es la generación de un entorno en el que emprender, generar riqueza, crecer y evolucionar, sea un proceso completamente natural. 

Versión en audio