domingo, 19 de marzo de 2023

El arte de gerenciar países


Fuente: Vantage Circle

Los países son en esencia organizaciones de personas con un territorio común, reglas, cultura y objetivos similares, desde este punto de vista necesitan de procesos de gerencia que lleven a sus habitantes a materializar los resultados esperados. 

Lo primero que hay que decir, es que dicha gerencia no es superior jerárquicamente a los habitantes del país, por el contrario es subalterna, deja atrás la lógica tradicional que supone a los ciudadanos como súbditos o seguidores inferiores, más bien se define como una instancia contratada y supervisada por aquellos para asegurar el avance conjunto de la sociedad. 

Lo segundo es que se trata de una gerencia formada, estructurada, experta en las funciones gerenciales, capaz de comprender detalladamente los recursos y las capacidades de la organización y definir una estrategia magistral que garantice la obtención de buenos resultados.

Lo tercero es que la gerencia de un país es ajena a ideologías que sesguen sus puntos de vista, fundamentalmente porque debe poder tomar decisiones neutrales que le convengan a todos los habitantes sin importar sus características y condiciones. 

La gerencia de países comienza por comprender el contexto en el que debe materializarse, entender las características del mundo en el que se desenvuelve, así como las condiciones y reglas acordadas dentro del sistema mundial, de la misma manera entiende cuidadosamente el funcionamiento del país y del Estado como organización que facilita su desarrollo. 

Seguidamente, entiende que su propósito es lograr el mejoramiento del bienestar de todos y cada uno de los integrantes de un país, elevando de forma importante su riqueza y generando todas las condiciones para que se materialice su felicidad. Por supuesto este resultado dependerá de qué tan bien se logre una articulación efectiva con el mundo y qué tanto la interacción entre el entorno interno y externo del país, faciliten la construcción de valor colectivo. Este último término hace referencia a la capacidad de un país para tomar insumos de diferente índole y transformarlos en algo necesario para el resto del mundo que genere alta disponibilidad a pagar. Cuanto mayor sea la diferencia entre el valor de esos insumos sin transformar y el valor de los productos transformados, mayor será la capacidad del país para construir valor. La construcción de alto valor de forma colectiva, altamente demandado y remunerado por el mundo, es lo que en realidad explica la riqueza y bienestar de los países.

De acuerdo con lo expresado, la gerencia de países, comprende claramente la configuración de los sectores productivos del país y establece cómo transformarlos para concentrarlos en actividades de alta producción de valor y alta demanda mundial. Además determina la forma de lograr que los recursos y las capacidades del país, que se encuentran dedicados a actividades poco valiosas, puedan transformarse durante rápidos y contundentes periodos de transición, de suerte que se trasladen sin contratiempos a los sectores con alta capacidad de generación de valor. 

Para lograr estos cambios, la gerencia de países dimensiona muy claramente la forma en la que utilizará al Estado como organización, la manera en que debe ajustarlo y modificarlo también, de suerte que se convierta en una plataforma para la construcción de valor y en un facilitador de la recomposición productiva. 

Además, la gerencia de países trabaja activamente en unir a los integrantes del país en torno a estos objetivos comunes, procura por todos los medios que no hayan rupturas internas y que en conjunto trabajen para mejorar la generación de valor y el mejoramiento contundente de las condiciones de todos y cada uno de ellos. 

En este sentido, se concentra además en que el valor producido, se distribuya al interior de toda la sociedad, procura que los costos de los hogares sean los mínimos posibles, mientras sus ingresos se maximicen. 

De otra parte, para que la construcción de valor colectivo sea posible, se distribuya entre todos los integrantes de la sociedad, crezcan los ingresos conjuntos, se reduzcan los costos de los hogares y por esta vía, mejore su bienestar, riqueza y felicidad; es necesario transformar el entorno interno para que se convierta en uno estable en el que los integrantes del país se sientan tranquilos y experimenten una sensación de certidumbre, qué les permita comprometerse con el desarrollo y tomar decisiones de mediano y largo plazo que lo dinamicen. 

Tal situación implica además, gerenciar la operación del Estado de forma contundente y efectiva, de suerte que la provisión de bienes y servicios públicos se materialice en el marco de altos estándares de oportunidad, calidad y eficiencia. Aspectos como defensa y seguridad, estabilidad económica, justicia, salud, educación, infraestructura pública etc., no deben ser una preocupación para los integrantes del país, ni mucho menos generadores de incertidumbre. 

De otro lado, la gestión financiera eficaz del país es otro de los propósitos más fundamentales del gerente. Mediante la transformación productiva, logrará que la balanza de pagos cambie y que los ingresos empiecen a ser muy superiores a los egresos, de manera que el valor colectivo construido vendido en el exterior  genere excedentes importantes, que se queden dentro del país y lleguen a los diferentes hogares. Además, procurará que estos recursos adicionales se reinviertan para mejorar de forma sistemática la capacidad de todos los sectores en materia de construcción de valor. Por otra parte, entendiendo al Estado como el facilitador de estos cambios, asegurará que sus finanzas sean impecables, que los recursos con los que cuenta sean magistralmente invertidos, en el desarrollo del ecosistema habilitador de los sectores que consolidan la generación de valor colectivo, con muy alta rentabilidad social y que aspectos generadores de riesgo e incertidumbre cómo el déficit fiscal y la deuda externa, estén en sus mínimos niveles mientras la política monetaria y la fiscal sean altamente rigurosas y responsables. 

La gerencia de países supone, por supuesto, la selección, desarrollo y estabilización de equipos con altas capacidades gerenciales, que aporten de forma inminente en la construcción e implementación de todo lo mencionado, aseguren una única lógica gerencial completamente coherente y compartida, que se multiplique de forma eficaz en todos los niveles organizacionales. 

Por supuesto, la gerencia de países buscará crear un entorno que facilite de forma importante los procesos de construcción de valor colectivo. Identificará sistemáticamente todas las restricciones jurídicas, tributarias, culturales, económicas etc., que dificultan la construcción de valor y empezará a levantarlas una a una. Adicionalmente, indagará de manera detallada acerca de las razones que impiden que los ingresos generados lleguen a algunos integrantes del país, para iniciar procesos de cambio que mejoren la capacidad individual para construir valor, mejorar los ingresos y dar el salto hacia el desarrollo. 

La gerencia de países también incluye la estructuración y ejecución de proyectos de gran alcance que muevan todas las dimensiones del país, rápidamente en el sentido mencionado, supone retirar recursos de sectores de bajo valor para concentrarlos en el financiamiento de dichas intervenciones, además requiere de su gestión magistral para asegurar el logro de todos sus objetivos y alcances en los tiempos esperados. 

En términos de resultados, podemos decir que un país bien gerenciado es aquel en el que la riqueza del país y de todos sus habitantes se incrementa sustancialmente, tiene una economía, un entorno político y social, estables y propiciamente configurados, elabora productos de alto valor, el Estado es capaz de entregar todos sus bienes y servicios de forma oportuna y eficaz, con un alto nivel de satisfacción por parte de sus integrantes, es decir, se trata de un país con altos niveles de bienestar y felicidad. 

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lunes, 30 de enero de 2023

El Pico y Placa y sus contradicciones


Fuente: Revista Semana


Hace aproximadamente 25 años, en Colombia, implementamos una medida denominada Pico y Placa, en la capital del país. A la fecha, se ha extendido a multitud de centros poblados y se ha convertido en el mecanismo principal de los gobernantes en lo que tiene que ver con la gestión de la movilidad.

Lo primero que hay que decir, es que se trata de una medida tan antigua como elemental, intenta restringir el uso de un recurso común, para que no se materialice algo denominado “la tragedia de los comunes” y el recurso común pueda seguirse utilizando con algún grado de eficiencia. Lo cierto es que este mecanismo es completamente necesario y eficaz en recursos con capacidad limitada, que no se pueden diseñar o modificar, como la mayoría de recursos naturales. La restricción más conocida por todos, en este caso, es la veda de pesca, cuyo objetivo, es garantizar la regeneración de ciertas especies de manera que la pesca excesiva no termine extinguiéndolas, para estos efectos se prohíbe a algunos pesqueros pescar ciertas especies durante determinados periodos.

En esencia, lo que hacen los gobernantes en el caso del pico y placa, es restringir a través de una norma y todo un set de sanciones, la posibilidad de usar un recurso común como las vías. Para reducir la congestión, la idea es que en un momento, salgan a las calles los vehículos que tienen un determinado número de identificación, para que en otros momentos distintos, salgan los demás.

No obstante su popularidad entre políticos y los denominados expertos del sector, este tipo de mecanismo tiene en su esencia una serie de contradicciones técnicas que vale la pena revisar en detalle.

La primera y más importante contradicción, es que no tiene sentido aplicar una medida como ésta sobre un sistema que se puede diseñar, en el que es posible ampliar o reducir su capacidad y en el que el diseño es el que define si se materializa o no la tragedia de los comunes. Lo cierto es que, el mismo gobierno que impone la restricción, define a través del ordenamiento territorial, cómo quedará configurado el sistema de movilidad y a qué tanta demanda se enfrentará. Por ejemplo, cuando un equipo de gobierno, decide que una parte de la ciudad alejada, desarrollará proyectos de vivienda, está creando un número de viajes que deberán materializarse diariamente hasta los centros en los que se desarrolla la actividad económica. Por lo tanto, en realidad, cualquier uso excesivo vial, ha sido motivado enteramente por aquel que pretende implementar la medida. Ahora, este mismo actor, además, toma decisiones sobre la capacidad de la infraestructura y servicios de toda índole, que deben atender dicho aumento de la demanda por transporte, por lo tanto, cuando se presenta la tragedia de los comunes, se debe fundamentalmente a que fue el diseño el que generó estrés sobre el sistema de movilidad y se decidió no dar solución a este problema. Lo que hacen en realidad los gobiernos al respecto, es algo parecido a lo que haría un arquitecto poco confiable que al diseñar una casa, propone un diseño del techo que genera múltiples goteras y en vez de solucionarlo, lo que hace, es entregarle a sus clientes un conjunto de recipientes para que recojan el agua cuando llueve.

La segunda y más preocupante contradicción, es que una medida como esta exacerba la tragedia de los comunes en el largo plazo. Teniendo en cuenta que el mal diseño del sistema de movilidad hace que la demanda de viajes sea superior a la capacidad del sistema para atenderlos, restringir el uso de las vías para una determinada forma de movilizarse, lo único que hace es que las personas busquen soluciones alternas. En este sentido, si la infraestructura y los servicios de toda índole como transporte público, por ejemplo, no satisfacen la demanda, los hogares comprarán varios vehículos de todo tipo para solucionar sus problemas de movilidad. Más vehículos suponen una demanda superior de las vías, por lo que se produce más congestión en el largo plazo. Volviendo al caso del arquitecto, es como si la humedad relacionada con las goteras en el techo, lo deteriora hasta el punto de que aparecen cada vez más goteras y por tanto, se requieren nuevos recipientes para recoger esta agua adicional que cae a borbotones.

La tercera contradicción, resulta absolutamente cuestionable y tiene que ver con el rol de los gobiernos en relación con el ciudadano. A lo largo del tiempo, el mundo ha evolucionado, gracias a siglos de cambios, pasamos de monarquías con súbditos, a democracias con ciudadanos, hemos entendido que el Estado es una convención que construimos entre todos para que solucione problemas que de manera individual no podemos atender. En particular, se trata de una organización que conformamos para satisfacer un conjunto de necesidades esenciales, por lo tanto el Estado, existe enteramente para servir y satisfacer al ciudadano. Restringir sus demandas utilizando la autoridad como si se tratara de un súbdito, echa por tierra todo este planteamiento, peor aún, restringirlo, cuando, el problema es generado por la incapacidad del Estado para crear servicios que satisfagan sus necesidades de movilidad, es francamente anacrónico y condenable.

La cuarta contradicción, muy negativa para el país, es que la implementación del pico y placa, ha postergado el desarrollo de los sistemas de movilidad y la corrección estructural de los errores de diseño de los sistemas de ciudad. En la actualidad, en cada centro poblado del país en los que se ha puesto en marcha este mecanismo, tenemos sistemas de movilidad absolutamente subdimensionados, centrados en modos de transporte poco eficientes, así como un ordenamiento territorial precario y francamente caótico. Resultado muy negativo si tenemos en cuenta que, 25 años es un periodo más que suficiente para lograr cambios estructurales en estas dimensiones, que satisfagan cabalmente las demandas de los ciudadanos. Al final de cuentas, es como si fuéramos los dueños de la casa con goteras y dado que tenemos las vasijas que recogen el agua, aplazamos durante décadas arreglar semejante problema en el techo, tan perjudicial y evidente.

La quinta contradicción, compleja e irracional, es que ha elevado los costos de transportarse de forma importante para todas las personas. Dado que las decisiones en materia de mejora del sistema de movilidad no se han materializado y que la demanda debido a errores de ordenamiento ha venido aumentando con el tiempo, lo que ha pasado es que la calidad de los viajes de las personas se ha deteriorado drásticamente, al punto que moverse al interior de diferentes poblados, se ha convertido en una preocupación evidente para todos los hogares, independientemente de sus condiciones socioeconómicas. Este particular, aunado al hecho de que los mismos gobernantes que implementan la medida, tampoco han tenido éxito en garantizar condiciones de seguridad ciudadana aceptables, han llevado a que las personas prefieran modos de transporte, como el vehículo particular, que los aíslen de un entorno completamente hostil. Sin embargo, en la política de movilidad este modo se ha declarado el enemigo, aumentando paulatinamente los costos de su uso, sin ofrecer alternativas de remplazo con una calidad aceptable, por lo que al final de cuentas las personas siguen usándolo en el marco de una empeorada experiencia y un muy alto costo del viaje. Continuando con el símil, es como si el arquitecto fuera el único proveedor para los recipientes en los que recogemos el agua de las goteras generadas por su pésimo diseño y aquel decidiera, castigarnos cobrándonos un precio cada vez más alto, por estos elementos que nos obligó a utilizar.

La sexta contradicción, por demás, poco inclusiva, consiste en que la medida es en general indiscriminada, desde el punto de vista que mide con el mismo rasero a todos aquellos que resultan afectados con su implementación, no se pregunta por las razones que motivan las preferencias de grupos específicos en términos de movilidad. Por ejemplo, ignora el punto de vista de personas cuyas matrices origen destino, no son compatibles con modos de transporte de reemplazo, personas de la tercera edad, que no son discapacitadas, pero necesitan soporte y tratamiento especial en materia de movilidad, personas que deben hacer múltiples desplazamientos diarios y utilizan sus vehículos como soporte de su actividad comercial etc. Desde la perspectiva del arquitecto, es como si se desconocieran los dramas generados sobre los hogares con el diseño mediocre y se desoyeran enteramente, las necesidades particulares de todos aquellos que tienen problemas específicos, profundizados por la existencia de las indeseables goteras.

En todo caso y no obstante todos estos cuestionamientos técnicos, a lo largo de los años de imposición de la medida, nos han vendido un discurso en el que la causa de los problemas de movilidad de las diferentes ciudades, es esencialmente el comportamiento ciudadano, mientras la gran solución es la aplicación de tal aberración técnica y el gran salvador es el Estado que ejerce con mano dura su autoridad, al punto de que la sociedad mayoritariamente defiende semejante actuación. Tal discurso está respaldado con argumentos tan débiles, como que en otros países se implementan medidas similares, como si el hecho de que otros Estados sean igual de ineficaces en materia de ordenamiento y movilidad, aportara alguna clase de validación.

Lo cierto es que una medida de estas características, no solamente debería levantarse, sino que tendría que prohibirse y declararse inconstitucional, garantizando una sanción ejemplar para cada gobernante que piense en traerla de vuelta, esencialmente, porque se trata de un mecanismo para ocultar el flagrante incumplimiento, de las responsabilidades más fundamentales asignadas por la constitución, a los equipos de gobierno de las diferentes poblaciones.


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sábado, 21 de enero de 2023

Mentalidad de subdesarrollo


De corazón, creo que nuestros gobiernos y en general el Estado, tienen que ser repensados enteramente. Antes de exponer los argumentos vale la pena darles algo de contexto acerca de mi historia personal para que entiendan sus motivaciones. 

Crecí al interior de una familia educada, este particular hizo toda la diferencia en el curso de mi vida, pues me permitió ver el mundo con un nivel de sofisticación algo superior al de los demás. Debido a la naturaleza del trabajo de mi padre, viví en zonas rurales buena parte de mi niñez y adolescencia, por lo tanto, empecé mis estudios primarios en un preescolar del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, seguidamente, los continué en escuelas rurales y concentraciones escolares de distintos poblados. Más tarde, estudié en colegios públicos y los últimos años en un colegio religioso en el que me gradué con varias distinciones que me dieron acceso a una beca para educación superior. A pesar de la beca, mis estudios universitarios los hice trabajando en el día y estudiando en la noche. Gracias al nivel educativo de toda mi familia, tuve acceso a puntos de vista diversos y a un volumen importante de libros que decidí devorar desde muy pequeño, en estas colecciones se encontraban prácticamente todas las obras seminales de la humanidad en economía, filosofía, matemáticas etc. Después de hacer todo este recorrido y apropiar todo este conocimiento, tres cosas quedaron claras para mí: 1. Lo importantes que son la educación y el contexto, en el desarrollo de las personas. 2. Lo fortuito que fue mi caso, pues por lo que sé, pocos de mis compañeros de estudios tuvieron posibilidades similares. 3. La certeza de que la realidad colombiana es muy diferente a la que tienen en la cabeza quienes toman decisiones que la afectan. 

Con los años y luego de otros estudios, me convertí en profesor de las mejores universidades del país, en asesor gerencial de organizaciones públicas, privadas y empresario. Hasta la fecha, he tenido la posibilidad de ocupar cargos directivos públicos, privados y trabajar en diferentes países del mundo. En la actualidad puedo decir, que luego de analizar por dentro organizaciones de prácticamente todos los sectores, comprendo en toda su extensión el Estado, sus objetivos y sus problemas más estructurales. Lo que quiero decir con esta larga introducción es que no soy un observador externo, que todo este recorrido desde la niñez hasta el día de hoy me ha permitido entender cómo funciona el país, nuestra sociedad y advertir cosas que definitivamente deben cambiarse. 

La educación que recibí no fue la mejor, la razón de mi evolución tuvo que ver más con mi decisión autodidacta y las posibilidades que me ofreció el entorno familiar. Las zonas en las que viví tenían serios problemas de orden público, de hecho, mi padre murió asesinado bajo circunstancias generadas por ese contexto, vale la pena decir, que la justicia y en general la institucionalidad vinculada a dicha situación fueron totalmente inoperantes. Siendo de provincia, para poder evolucionar profesionalmente, tuve que emigrar a la capital, en todo caso, pude hacerlo gracias a la generosidad familiar. 

Lo cierto, es que los resultados alcanzados se deben a mi empeño, por supuesto, pero también, a que conté con mucha suerte, en el sentido de que el contexto, excepcionalmente, me ofreció las condiciones propicias para crecer y desarrollarme.

Es claro, que los gobiernos y el Estado juegan un rol fundamental en la evolución de las personas. No obstante, tendemos a subestimar este papel, a aceptar y normalizar las deficiencias en su funcionamiento. Para que una persona materialice todo su potencial, basta con ofrecerle las condiciones de contexto apropiadas y ella misma, por sus propios medios, hará toda la magia.

Imagínense un país que ofrezca educación de calidad para todos, en dónde el acceso a educación superior excelsa sea la regla y no la excepción, en el que las condiciones de orden público estén garantizadas, la salud y los ingresos de las familias no sean una preocupación, un país en el que la justicia asegure el desarrollo equitativo de todo y de todos.

Vale la pena resaltar que, crear una realidad como la anotada, no depende únicamente de los individuos, de las familias o de las empresas, en realidad está determinada enteramente por una organización denominada Estado que, a lo largo de siglos de evolución social, se configuró en los diferentes países del mundo, para lograr este cometido. Tal convención necesita ser dirigida y gestionada, función que está enteramente en cabeza de los gobiernos. 

Un conjunto de países, llamados desarrollados, han logrado entornos ideales para el mejoramiento del bienestar humano, gracias en general, a que sus Estados funcionan de maravilla y sus gobiernos hacen una labor excepcional.  Los países que están por detrás en desarrollo, aún no se acercan a dicho nivel, tienen Estados mediocres y gobiernos que de ninguna forma adelantan una gestión acertada. 

La pregunta que muchos deben estarse haciendo es: ¿cómo los países desarrollados se convirtieron en tales? Lo cierto es que, en algún momento de su historia, tomaron la decisión de hacer las cosas de forma diferente, dejando atrás la mediocridad y la permisividad a la que se habían sujetado por años. Sus sociedades subieron los estándares y se concentraron en exigir otra realidad. Personas, sindicatos, empresas, organizaciones no gubernamentales con cada acción cotidiana, presionaron la materialización de las transformaciones. 

Nosotros podemos dar un salto similar, para lograrlo, primero, tenemos que abandonar el pensamiento subdesarrollado centrado en bajas expectativas y escasa exigencia. Si seguimos pensando que, con infraestructura mediocre, asesinatos a diario, educación de mala calidad y restringida, inestabilidad económica, justicia pesada y corrupta etc., estamos conformes, jamás daremos el salto hacia el desarrollo. Es menester, dejar atrás la visión atrasada del mundo en la que calificamos como “privilegios” elementos esenciales para tener una vida digna, no es lógico asumir como prerrogativas, las condiciones apenas aceptables de las que gozan ciertos grupos poblacionales, cuando claramente se trata de derechos que cualquier sociedad evolucionada debería garantizar para cada uno de sus integrantes.

Todos estos son aspectos que, con una política distinta a la tradicional, gobiernos eficaces, centrados en gerencia y una organización pública diferente, podemos solucionar de la noche a la mañana. Por lo tanto, vale la pena exigir y generar mediante la acción individual y colectiva, este tipo de cambios. 

Luego de elevar las expectativas, empecemos a exigir transformaciones en el contexto, enseñémosles a nuestros hijos a ser exigentes también.  A cada gobernante, a cada rama del poder público, exijámosles operar de forma más avanzada que Amazon o Apple, mejor que cualquier organización privada de primer nivel. No aceptemos sus excusas ni dejemos que nos envuelvan con sus discursos, simplemente concentremos nuestra atención crítica en si el orden público, la justicia y la economía funcionan perfectamente, en si la carretera está construida y correctamente refaccionada, en si la ciudad, el municipio se encuentran exquisitamente mantenidos o no. Olvidémonos de la disculpa de siempre, esa que habla de que los recursos no son suficientes para financiar la construcción y sostenimiento de entornos ideales, con conocimiento de causa, les puedo decir que esos recursos son más que suficientes para hacer una gestión decente del país. Por el contrario, el hecho de que cada vez se haga menos con flujos de ingresos que han crecido de forma ingente, debe conducirnos a preguntarnos acerca de la capacidad gerencial de quienes nos lideran. 

Quitémonos la venda de los ojos y convenzámonos de que las cosas pueden ser de otra manera, presionemos el salto hacia el desarrollo, a ver si de una vez por todas configuramos un entorno en el que salir adelante, no sea una excepción, cuestión de suerte, sino que más bien sea la regla, para todos y cada uno de los colombianos.


martes, 29 de noviembre de 2022

La política tradicional ha muerto


Pocas cosas han evolucionado tanto en los últimos años como nuestra sociedad, sus preferencias, objetivos, manera de organizarse e interactuar son drásticamente diferentes, no obstante, la política en los países latinoamericanos se ha mantenido estática. 

Semejante situación ha venido generando brechas evidentes entre los políticos actuales y la sociedad que se expresan de forma clara en la reducida favorabilidad de todas las instituciones políticas. La sintonía de las personas con las estructuras políticas formales de los diferentes países es cada vez menor, a pesar de que tenemos una sociedad involucrada en la política como nunca antes, que se moviliza y toma partido. La aceleración de la articulación humana a través de nuevos mecanismos de gran impacto como las redes sociales, ha dado cuenta de mayorías que deliberan como nunca antes en la historia, con el fin de influir en todos los entornos políticos. 

Dicho lo anterior, al hacer un análisis cuidadoso de los imaginarios de los políticos de oficio actuales y las instituciones de las que forman parte, encontramos una concepción precaria y atrasada de la política que no coincide con la manera en la que el resto de la sociedad entiende el mundo. 

En efecto, la política actual está vinculada todavía a las ideas reinantes durante los orígenes del Estado moderno, es decir, aún define a las personas como una especie de súbditos con derechos y ciertas libertades, por lo que está focalizada en el ejercicio del poder y la imposición de la autoridad. 

Por otro lado, sigue concentrada esencialmente en la discusión, la deliberación, el enfrentamiento de posiciones ideológicas antagónicas, la imposición de las ideas y la toma de decisiones centradas en reformas y contra reformas. 

Desde este punto de vista, promueve un paradigma que exalta el liderazgo político tradicional por encima de todo, produce caudillos que a partir del discurso y la batalla deliberativa, intentan convencer a los súbditos de que sus planteamientos son los que deben ser impuestos sobre la sociedad, fabrica gobernantes separados de la realidad social, que con cierto espíritu autocrático toman decisiones que van en contravía del interés general. 

Una lógica como ésta da como resultado gobiernos e instituciones políticas completamente desconectadas de las preferencias sociales, interesados esencialmente, en no perder el control de los hilos del poder y por tanto, adelantar todo un despliegue del discurso, la retórica y la fuerza, para garantizar un eficaz dominio del aparato público y la sociedad.   

En indudable contraste, la sociedad está reclamando una política de nueva generación, ágil, rápida completamente centrada en satisfacer sus necesidades y mejorar su bienestar, una política que pone al ciudadano en el centro de toda su actuación, capaz de empatizar con él y comprender todas sus preocupaciones, configurada desde todos los puntos de vista, para cumplir sus expectativas de manera precisa y contundente. Las nuevas generaciones están en la búsqueda de una política que genere tranquilidad, que asegure entornos estables y abundantes que faciliten el desarrollo individual y la construcción de felicidad. 

Por lo tanto, el ciudadano actual, exige la evolución contundente de los líderes políticos, busca con ansia representantes capaces de unificar la sociedad en torno a objetivos comunes, personas que persiguen a toda costa el bien general, la armonía, abundancia y estabilidad de la economía y la sociedad.

Por definición, estos líderes deben ser menos retóricos y más científicos, es decir, menos interesados en persuadir para instalar socialmente ideas antagónicas y más focalizados en comprender, en interpretar los objetivos comunes, las expectativas generales en torno al bien común y descifrar la manera de conducir a la sociedad de forma certera, tranquila y contundente por el camino que desea recorrer. Por supuesto, estamos hablando de políticos que están menos focalizados en discursos, más centrados en entender las preocupaciones sociales y hacerse cargo de ellas, obsesionados con el liderazgo y la gerencia magistral de la sociedad, para efectos de facilitar su evolución a lo largo del camino por el que quisiera moverse. 

Así las cosas, el divorcio tradicional entre gerencia y política debe desaparecer, bajo ninguna circunstancia es posible ser un buen político si no se es también un buen gerente. Si se entiende la gerencia como el arte de gestionar recursos de toda índole para materializar resultados y este punto de vista se concilia con la obsesión por hacerse cargo y conducir de forma certera a que la sociedad materialice sus objetivos, se entenderá la profunda irracionalidad de mantener separados estos dos conceptos. 

Ser buen gerente implica formarse para serlo, lograr verdadera maestría en el arte de gestionar organizaciones, recordando, que un país en sí mismo, es una organización de personas con múltiples elementos y objetivos comunes, teniendo en cuenta que está nutrida por infinidad de recursos y capacidades, los cuales, deben ser comprendidos y gestionados eficazmente con el propósito de lograr el mejoramiento del bienestar de todos sus habitantes, así como la satisfacción de sus diversas expectativas. 

De la misma manera, la buena gerencia supone ser consciente de que el país cuenta con una organización pública diseñada y concebida para facilitar el logro de los objetivos de toda la sociedad, mantener su armonía social, económica, entregar bienes y servicios de carácter público que nadie más es capaz de entregar, los cuales, deben garantizar un ajuste perfecto a las preferencias de los ciudadanos, una calidad y pertinencia notables, superior a la de cualquier empresa privada, pues si bien, el bienestar de una persona no parece afectarse de forma sustancial cuando se presentan problemas en la producción de bienes triviales como un nuevo reloj o nuevo teléfono inteligente;  si cambiará drásticamente si servicios tan esenciales como seguridad, justicia, salud, educación, infraestructura pública etc., no le son provistos de forma apropiada. 

De acuerdo con todo lo expresado, la favorabilidad de las instituciones políticas empezará a mejorar cuando los políticos cambien y las instituciones se transformen, cuando aparezca la primera generación de políticos capaces de gerenciar magistralmente el país y al interior de todas las ramas del poder público y sus diferentes entidades, tengamos gerentes que conozcan perfectamente su negocio, totalmente empáticos con las necesidades de los ciudadanos y con habilidades muy desarrolladas para transformar drásticamente las ciudades, los municipios y los entornos rurales tomando decisiones mucho más pertinentes y gestionando de forma mucho más inteligente los mismos recursos con los que en la actualidad contamos. 

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lunes, 7 de noviembre de 2022

Estabilidad económica: la clave de un verdadero progresismo

Fuente de la imágen: Revista Yorokobu

La economía es un sistema altamente complejo que debe gerenciarse de forma magistral y cuidadosa si es que se tiene el objetivo de mejorar el nivel de desarrollo de un país.

En primera instancia vale la pena comprender que semejante estructura no puede engañarse ni manipularse. Es claro que, la economía contemporánea está llena de actores tomando decisiones con base en la información y estímulos que reciben del entorno, que con el paso de los años, han venido incrementando de forma exponencial su capacidad para entender lo que pasa en los mercados, gracias al desarrollo de la tecnología y la analítica avanzada.

Debe tenerse en cuenta que, por ejemplo, un sinnúmero de personas entregan directa o indirectamente sus ahorros grandes, medianos o pequeños a fondos de inversión nacionales e internacionales de diferente índole o características, que cuentan con equipos cada vez más sofisticados, encargados de hacer la lectura en tiempo real de las condiciones del mercado, con el propósito de tomar decisiones anticipadas, inteligentes, que eviten a toda costa la pérdida de valor de las inversiones.

En este sentido, pensar siquiera en implementar mecanismos de gerencia de la economía, similares a aquellos populares en décadas pasadas, es francamente ingenuo e irresponsable.

Dada la evolución financiera de la humanidad, cómo nunca antes en la historia, los capitales se mueven alrededor del mundo y lo hacen buscando entornos estables, seguros, en los que sea posible la creación de valor. Estos movimientos son permanentes, pero especialmente fuertes en momentos como el actual, en el que se esperan resultados adversos en todas las economías del mundo.

Es claro que, los diferentes inversionistas grandes y pequeños buscan por todos los medios proteger los ahorros que han construido a lo largo de su vida, movilizando sus inversiones a los entornos más seguros posibles. Estos movimientos tienen incidencia directa sobre variables como la tasa de cambio, la inflación, la producción interna bruta etc.

Desde este punto de vista, los países que generen incertidumbre tendrán por definición desbandada de capitales y parálisis de los que se quedan. Toda esta dinámica ralentiza la economía real, la de las personas, los hogares, las micro, pequeñas y medianas empresas.

De hecho, lo que nos han demostrado las crisis económicas de los últimos 150 años y recientemente la inmobiliaria del 2008, así como la de la pandemia del COVID 19 que vivimos en la actualidad, es que los intentos sistemáticos por engañar la economía siempre anteceden procesos recesivos complejos.

Así las cosas, los países más ricos, aprendiendo de la historia, han desarrollado patrones de gerencia de la economía más responsables y realistas. Su objetivo principal, es  mantener sus economías suficientemente estables, para que los diferentes capitales se movilicen hacia ellas y sobre todo, que los inversionistas se animen a generar valor, creando empleo y riqueza interna.

En Colombia aún no apropiamos este mismo aprendizaje, por ejemplo, hacemos una reforma tributaria cada año, asumiendo que decisiones de este estilo no van a originar daños sobre la economía y que no se materializarán efectos nocivos sobre el ecosistema productivo. De hecho, tenemos una lógica de gobierno pendular, inmadura que cambia de parecer cada cuatro años e ingenuamente asumimos que está indecisión no tendrá efecto sobre la actividad privada, la fuga y parálisis de capitales.

Incluso, las declaraciones de los gobiernos de turno, que intentan de forma ilusa tranquilizar los mercados, en el entretanto de la incertidumbre generada por ellos mismos, en general, se refieren a la incidencia de sus decisiones sobre los grandes capitales, lo cual es extraño por cuánto la economía real de los hogares y pequeños negocios es la que configura el ADN de la riqueza de las naciones. En este sentido, cualquier aspecto que genere incertidumbre en la clase media, por ejemplo, aplaza sus motivaciones de emprendimiento y consumo, lo cierto es que, éstas decisiones son las que en realidad generan efectos adversos sobre el desarrollo de un país, pues son los negocios agrícolas,  los restaurantes, las tiendas, las peluquerías, panaderías etc., los que verdaderamente ofrecen posibilidades de empleo e ingreso a la mayoría de la población.

En Latinoamérica tenemos por doquier ejemplos fallidos de gobiernos que ingenuamente se creyeron más inteligentes que cientos de equipos económicos dotados con un arsenal de herramientas de última generación. Alucinantes intentos por manipular la economía causaron, entre otras cosas, la impresionante crisis de desabastecimiento en Venezuela y una irracional inflación, que destruyeron el bienestar de los hogares, al punto de generar una de las diásporas más grandes de la humanidad, detrás se cuentan ejemplos similares, guardadas proporciones, como el de Argentina, Nicaragua etc.

En esencia, nuestros gobiernos gerencian de forma descuidada y poco rigurosa la economía y pretendemos tener procesos económicos de creación de valor y riqueza de países  desarrollados, los cuales se comportan de una forma totalmente diferente.

Dicho lo anterior, es importante anotar que, Latinoamérica viene eligiendo gobiernos que proponen cambios estructurales en aspectos que durante años han permanecido invariables. Es claro, que el progresismo en cualquier escenario es pertinente para materializar verdaderos procesos de mejora, la innovación que motiva el cambio es necesaria para garantizar resultados evolutivos sociales positivos. Ahora, debe tenerse mucho cuidado con confundir el progresismo con la intención de traer del pasado ideas que han mostrado no funcionar, simplemente porque son propuestas por ideologías particulares, pues se trata de dos cosas totalmente diferentes. Cuando lo que se procura es la instalación social de ideas antiguas, en realidad no hay progresismo sino un marcado conservadurismo. En efecto, en procesos como el de Venezuela, Argentina y Nicaragua lo que se puede ver, es la terquedad de ideas absolutamente conservadoras de una vertiente ideológica que no había gobernado, insertadas en economías que se encuentran años por delante de tales planteamientos.

De otra parte, debe aclararse que el progresismo no puede suponer la gerencia ligera y descuidada de la economía, por el contrario, teniendo en cuenta sus objetivos en términos de cambio social, necesita de la gestión magistral de las transformaciones y además, de la generación de riqueza estructural, que asegure el verdadero mejoramiento de la felicidad de todos y cada uno de los hogares, creando las condiciones para que efectivamente se muevan de manera equitativa, hacia una situación de mayor abundancia en comparación con la que existía antes de dar inicio a su gobierno.

 

domingo, 30 de octubre de 2022

El Management: un arte importante pero increíblemente escaso


Fuente: IB Training Center

La capacidad gerencial es un aspecto que explica las diferencias más importantes en el resultado alcanzado por las distintas organizaciones. No obstante, se trata de una condición escasa en el entorno colombiano, por esa razón principalmente nuestras organizaciones tanto de carácter privado como público, se encuentran claramente rezagadas en relación con el resto del mundo. Al leer este enunciado, la mayoría de lectores un tanto ágiles para concluir y posiblemente  poco familiarizados con el concepto, estarán pensando en que hay otros aspectos que definen tales diferencias, sin embargo, vale la pena anotar de forma también rápida, que todas las dimensiones que vienen a sus cabezas, están afectadas de forma determinante por el concepto del management.

Precisamente, uno de los factores generadores de semejante circunstancia, es la ignorancia social en relación con los aspectos más esenciales de un arte tan sofisticado. La mayoría de personas entienden la gerencia de forma superficial, asociándola a aspectos tan diversos como el emprendimiento, el ejercicio del poder o la toma de decisiones.

Tal ignorancia es sustancialmente menor en sociedades más desarrolladas, en su caso, tanto el entorno público como privado, han venido construyendo a lo largo de los años capacidades indudables, que han separado drásticamente el nivel de producción privada y la eficacia de la gestión pública, del que ostentan el resto de países. No es una coincidencia que las organizaciones más valiosas y los gobiernos más adelantados, compartan entorno con las mejores escuelas de negocios del mundo.

Pocos tienen en la cabeza que El management es en realidad el arte de articular y gestionar recursos de toda índole, de forma efectiva, con el propósito de lograr la materialización de resultados concretos. Considerando tal definición entenderán la relevancia de generar una capacidad como ésta. Lo que se puede ver en la práctica en relación con semejante desconocimiento es una especie de sensación de superioridad, la mayoría de nosotros nos creemos gerentes simplemente porque jerárquicamente, tenemos la posibilidad de ejercer más poder que otros y peor aún, respaldados por la suficiencia que nos entrega la ignorancia, nos consideramos a nosotros mismos buenos gerentes, logremos o no los resultados esperados.

Aspectos fundamentales para asegurar la movilización y articulación de recursos como la estrategia de negocio, privado o público, así como la forma de organizarse; son irrelevantes para multitud de directivos. Capacidades esenciales como el liderazgo, el pensamiento sistémico y estratégico, están ausentes de su repertorio o desviados hacia versiones distorsionadas que deterioran drásticamente su capacidad para materializar sinergias y lograr resultados.

En la mayoría de los casos están sujetos a conceptos antiguos, atrasados o a experiencias del pasado que generaron capacidades gerenciales limitadas y rudimentarias. Nuevamente la ignorancia mezclada con el ego les juega una mala pasada, pues los lleva a pensar que todos los cuestionamientos a su manera de hacer las cosas, así como las aproximaciones gerenciales más actuales, no son más que “teorías” interesantes que no pueden ser aplicadas. No se dan cuenta de que al ser el management un arte, carece enteramente de tales planteamientos irreales, mientras todo lo que propone es práctica pura extraída de organizaciones más avanzadas, mejor gerenciadas, que han demostrado su capacidad para obtener resultados superiores a los de todas aquellas con las que están familiarizados.

Considerando las implicaciones del problema, es urgente que como sociedad lo afrontemos con decisión y contundencia. Lo primero, que debemos hacer, es de forma humilde, aceptar que somos ignorantes. Lo segundo es, prepararnos con ahínco para superar todas nuestras deficiencias y lo tercero, es empezar a operar cambios en todos nuestros entornos, que nos conduzcan a mejorar nuestros resultados empresariales y gubernamentales.

Un requisito esencial para asegurar semejante evolución, es el fortalecimiento y desarrollo de las escuelas de negocios y de gerencia pública, así como el estrechamiento paulatino de la relación academia, empresa, gobierno. Otro determinante, es poner a la gerencia por delante de todo, considerarla un valor social fundamental, promoverla al interior de los diferentes sectores, independientemente de si son privados o públicos.

De avanzar en este sentido, lo más probable, es que en unos años seamos un país desarrollado, que mire a lo lejos a otras sociedades en las que apenas se empieza a gestar está misma discusión.

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domingo, 9 de octubre de 2022

Estrategia corporativa, competitiva y desarrollo

 


Lo que se espera de un buen gobierno, es que configure el entorno legal, económico y fiscal de un país para mejorar la riqueza y bienestar de todos y cada uno de los gobernados. La redistribución, cuando no se genera riqueza que pueda distribuirse lo único que hace es trasladar recursos de los menos pobres a los más pobres dejando a los primeros en peor situación, y a los segundos en dependencia, de otra parte, la historia nos ha demostrado en múltiples países que la estabilidad y la transparencia en la gestión de la economía son los pilares más grandes del desarrollo, lo demás no son más que habladurías e irresponsabilidad.

En el caso de Colombia, la esencia de un resultado como el mencionado tendrá su base en el diseño acertado de su estrategia corporativa y competitiva. Nos urge concentrarnos en estos dos aspectos pues durante años, nos hemos comportado como un país planeador, al interior del cuál estamos obsesionados con los objetivos y las metas, pero no existe ninguna claridad en relación con la ruta que nos conducirá hacia el desarrollo.

La primera de estas estrategias, se concentra en decidir el portafolio de negocios del país, mientras la segunda, se focaliza en la forma en la que creará la mayor rentabilidad social posible al interior de cada una de las líneas de negocio escogidas. Una mezcla óptima de estas decisiones explica claramente las razones por las cuales, algunos países tienen niveles de desarrollo superiores a otros.

En lo que tiene que ver con estrategia corporativa, un análisis de contexto externo nos sugiere de inmediato que es necesario empezar a migrar el portafolio de negocios centrado en petróleo y carbón a producción de energías limpias, al tiempo que se fortalecen las líneas de negocio de la agroindustria y de la tecnología. Los cambios en el mundo en lo que tiene que ver con la evolución hacia la movilidad eléctrica y la recomposición de la matriz energética en múltiples países, nos dicen que las industrias del carbón y el petróleo iniciarán en los próximos años un proceso de declive por lo que sería lógico profundizar drásticamente, pero de forma sostenible, la explotación y exportaciones de estos dos recursos, con el fin de generar excedentes que nos permitan invertir en las líneas de negocio de reemplazo a la velocidad necesaria.

En el caso de la agroindustria, lo pertinente es desarrollar está línea de negocio para aprovechar de forma contundente los recursos y las capacidades con las que cuenta el país que en la actualidad están desperdiciados. El propósito es que la producción en esta materia empiece a multiplicar su participación en el PIB, cuidando que la cantidad de bienes y servicios producidos crezca, pero aumentando en una proporción mayor, el ingreso recibido por el país gracias a que los productos vendidos incrementen su valor agregado.

De otra parte, la evolución del Metaverso, el Blockhchain, la aceleración de la transformación digital etc., dejan claro que en los próximos años la realidad del mundo será eminentemente digital, por tanto, habrá una demanda creciente de servicios tecnológicos. Se trata de un sector de muy escaso desarrollo en el país que necesitará un proceso agresivo de construcción de recursos y capacidades.

En las tres líneas de negocio habrá que configurar todo un ecosistema productivo inexistente en la actualidad que garantice su rotundo éxito. Por lo tanto, será necesario crear un fondo totalmente independiente del sector público, dedicado enteramente a hacer las inversiones requeridas para lograr este resultado. El modelo podría ser similar al del Fondo Soberano Noruego con una lógica organizacional parecida a la del Banco de la República, de suerte que sus decisiones sean ajenas a los intereses políticos tradicionales. La idea es que este fondo reciba la totalidad de los recursos provenientes del incremento de la explotación de las líneas de negocio de petróleo y carbón y los invierta de forma totalmente autónoma y eficaz. 

En lo que tiene que ver con la estrategia competitiva, vale la pena aprender de lo que ha venido pasando a lo largo de los años en el mundo empresarial, en la actualidad, las organizaciones más valiosas del mundo son plataformas, se trata de instancias que construyen un entorno diseñado para  facilitar la interacción entre oferta y demanda de distintas características, utilizando la tecnología como mecanismo para dinamizar dicho relacionamiento. Así las cosas, lo que habría que hacer es convertir al Estado colombiano en una plataforma centrada y focalizada en facilitar las transacciones en todas sus líneas de negocio. La idea es configurarlo como el diseñador y administrador de un entorno que estimule y posibilite la interacción entre los diferentes integrantes de la oferta, la demanda y el ecosistema habilitador de estos nuevos negocios. Parece una tarea fácil, pero en realidad se trata de una reinvención completa de las ramas del poder público colombiano, aprendiendo de las experiencias de las organizaciones actuales más avanzadas.  

En relación con la estrategia funcional, lo más importante y urgente, es rediseñar enteramente la estrategia financiera del país, esto implica configurar a Hacienda como una herramienta para mejorar el bienestar de cada colombiano, materializar la estrategia corporativa y de plataforma descritas. La idea es analizar la totalidad de la cadena productiva para mediante la estrategia tributaria garantizar el crecimiento rápido de los sectores que se quieren desarrollar. Además, a través de la política fiscal, relocalizar todo el gasto público,  invirtiendo esencialmente en el desarrollo de los habilitadores del ecosistema que soporta los sectores de interés. Finalmente, garantizar una alta y consecuente estabilidad económica, de suerte que los capitales internos y externos necesarios para hacer crecer de forma sostenible los nuevos negocios se movilicen a raudales.

Nada de lo mencionado se ejecutaría a través de la contratación masiva de consultorías, más bien, todo se haría mediante estrictos y sofisticados procesos de gerencia al interior del propio gobierno. Por lo tanto, sería necesario sacar al Consejo de Ministros de todos los escenarios que lo distraen para centrarlo en gestionar eficaz  y rigurosamente las organizaciones estatales y de esa forma poder alinearlas con la estrategia y garantizar buenos resultados muy rápidamente.

 

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jueves, 22 de septiembre de 2022

El verdadero significado de gobernar

 


Gobernar puede ser considerada como la actividad más noble y hermosa entre todas las que existen. En el alma de tan necesaria gesta está recogida la posibilidad de decidir sobre la felicidad de otros, de escoger si los gobernados pueden o no materializar sus sueños e ideales. En gracia de semejantes posibilidades, quien gobierna es en general visto como una esperanza, como aquel que puede sacarnos de la angustia para llevarnos por el camino de la tranquilidad.

La libertad y la justicia se han convertido en nuestro más preciado logro con el correr de los siglos. Un conjunto de aberraciones a lo largo de la historia de la humanidad se ha encargado de conducirnos a semejante conclusión. Por lo tanto, al gobernante le es entregada la custodia y protección de los principios más valiosos para el ser humano, por encima incluso de la vida y la familia. No existe en el mundo ninguna clase de oficio al que se le otorgue semejante potestad y sobre el cuál se consoliden todos nuestros deseos más profundos.

En atención a semejante voto de confianza, las personas esperan algunas cosas del gobernante, se trata de aspectos que pueden parecer menores pero que en realidad son determinantes. En primera instancia, pretenden que gobierne para todos, que preserve con el mismo ahínco y decisión la libertad de cada uno de los gobernados, que asegure decisiones justas sin reparo alguno en credo, raza, ideología, nivel socioeconómico etc.

En segunda instancia, buscan que respete sus realidades, que entienda que todos ellos están intentando construir una familia, solucionar las necesidades más inmediatas, atender los problemas cotidianos, en general, teniendo en cuenta que sus vidas son suficientemente complicadas, pretenden que no se les moleste y no se le sumen a su ya retadora existencia nuevas complejidades.

En tercera instancia, esperan estar seguros de que lo que necesitan para existir de forma decorosa, estará a su entera disposición siempre y sin restricciones. En general, buscan que toda la cotidianidad externa a su hogar permanezca  suficientemente dotada y correctamente mantenida.

En cuarta instancia, tienen la esperanza de que su entorno y realidad resultarán tranquilos y certeros, que los días no supondrán sorpresas desagradables  causantes de situaciones de angustia y desconsuelo para ellos y todos los que quieren.

En quinta instancia, desean que nadie, bajo ninguna circunstancia, experimente o improvise al tomar decisiones. Sueñan con que el gobernante entienda el valor de la increíble responsabilidad que le ha sido asignada y que por tanto, haga todo con máxima preparación, respeto y cuidado.

En sexta instancia, suponen que cuidará con esmero los recursos que cada hogar le transfiere en medio del esfuerzo y sudor de la frente. Que valorará el hecho de que hasta la persona más humilde, utilizará parte de la remuneración producto de su esforzado trabajo, para financiar la producción de bienes y servicios públicos, no obstante los podrían gastar en proporcionarse una mejor casa o una mejor educación para sus hijos.

En última instancia, aguardan a que el gobernante tenga la grandeza de aceptar con humildad que sus propias expectativas y deseos están enteramente supeditadas a las aspiraciones de los gobernados, que en medio de la más decidida gallardía mantenga por encima de los intereses de todo el gobierno, la absoluta prevalencia y soberanía de quienes pusieron en él sus ilusiones, lo hayan o no elegido.

Por lo tanto, el arte de gobernar está centrado en reconocer y aceptar como un credo todo lo anterior y en buscar a toda costa la felicidad presente y futura de todos los gobernados. En construir un entorno propicio para que cada individuo pueda materializar sus expectativas cualquiera que estás sean.

Sin duda, un resultado de estas características exige un manejo magistral de la economía, manteniendo a toda costa su estabilidad y capacidad para crear bienestar. Esto quiere decir, que mediante la conjugación de decisiones tributarias, fiscales, legales rigurosas y sobre todo responsables, se procurará el crecimiento de los ingresos y la riqueza de todos los hogares e individuos. Ahora, estas decisiones deben ser sostenibles de manera que para mejorar el presenten no se comprometa el futuro.

Por supuesto, en línea con todo lo mencionado, todo buen gobernante tiene claro hacia donde debe y puede moverse la sociedad, pero más que eso, tiene clara la manera de hacerlo de forma inteligente y cuidadosa evitando a toda costa dar saltos al vacío. Esto implica que debe ser un buen estratega capaz de plantear una estrategia sólida que encamine a los gobernados hacia la creación indiscutible de todas las condiciones necesarias para mejorar su felicidad.

En el mismo sentido, quien espere gobernar exitosamente debe dominar profundamente el arte de la gerencia. En la esencia del gobernante está la necesidad de movilizar y articular infinidad de recursos y capacidades tanto públicas como privadas para lograr los objetivos necesarios para materializar la estrategia. Este resultado únicamente se logrará si se comprende realmente la mejor forma de organizar tales recursos, capacidades y gestionarlos para que su combinación e interacción sea la mejor entre todas las posibles.

Por supuesto, todo buen gobernante debe ser un buen líder, está condición implica que entienda de forma precisa cómo motivar y persuadir a todos aquellos que deben intervenir en el logro de los objetivos, para que se comprometan con ellos y verdaderamente los alcancen. Naturalmente su liderazgo esta mediado por la orientación a  resultados y el logro, a la materialización de metas concretas antes que la acostumbrada venta de humo y promesas. Por supuesto, no se trata de un liderazgo autoritario centrado en obligar y prohibir sino más bien en motivar y facilitar.

La historia es la encargada de catalogar a los gobernantes, de definir sus bondades y desaciertos, de determinar si fueron lo suficientemente inteligentes y humildes para reconocer la magnitud de la oportunidad que la sociedad les ha dado y aprovecharla con sabiduría. Por lo tanto, nos ha dicho y nos seguirá diciendo, quiénes verdaderamente comprenden estos principios y por tanto entienden lo que es realmente gobernar. 

 

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martes, 30 de agosto de 2022

La cultura pública al desnudo


Fuente: Leviatán, Thomas Hobbes

Los sistemas organizacionales están conformados principalmente por personas, mientras la cultura es un aspecto esencial que incide directamente en las decisiones de los individuos y la colectividad; por lo tanto, la cultura organizacional determina el comportamiento y los resultados de toda clase de organizaciones.

El Estado Colombiano, como organización,  está definido por unos rasgos culturales muy particulares, los cuales, afectan de forma contundente el entorno privado y en general, todo el contexto económico y social del que formamos parte, por supuesto, vale la pena estudiar los  más evidentes, con el propósito de identificar mecanismos de transformación cultural que aseguren un mejoramiento paulatino de nuestra realidad. 

A lo largo de décadas de trabajo en diferentes sectores y con distintos equipos, he venido recopilando los elementos de perfilamiento cultural que se muestran a continuación, naturalmente, cómo tiende a suceder con la cultura, ninguno de estos aspectos es declarado o reconocido al interior de lo público, no obstante, es ratificado por las decisiones que se toman cotidianamente en todos los niveles organizacionales.

Ciudadanos de segunda: lo primero que hay que decir, es que a pesar de todo lo que se afirme o se pretenda, el ciudadano, es decir,  ese actor que paga impuestos para financiar la operación de la organización pública y que además, es el principal cliente de todos los bienes y servicios que aquella produce; es considerado como un actor secundario, más bien como una especie de circunstancia incómoda con la que hay que lidiar de cuando en cuando. En los imaginarios y prácticas públicas, no son relevantes sus preferencias, expectativas y necesidades; la realidad es que, para quienes trabajan al interior de lo público, este actor, un tanto ignorante, no sabe bien lo que quiere, ni lo que es bueno para él, mientras quienes toman decisiones públicas lo comprenden perfectamente. Por otra parte, existe la percepción de que sus exigencias y preocupaciones siempre son faltas de fundamento, producto de procesos de desinformación, las cuales, terminan por distraer los equipos públicos de lo verdaderamente relevante. Incluso, quienes trabajan en lo público implícitamente parecen sentir que, el ciudadano debería estar agradecido por los favores que recibe de ellos y debería ser siempre paciente, esperando con tranquilidad hasta que haya tiempo para atender sus molestos requerimientos. 

No hay nada malo con el funcionamiento del Estado: para quienes forman parte de la organización estatal, la realidad actual de las cosas es conveniente y apropiada, la forma en la que opera la organización pública es pertinente y bien concebida, las personas que están en su interior sienten que están haciendo bien su trabajo.  El hecho de que tengamos semejantes niveles de pobreza en el país, tal número de asesinatos por cien mil habitantes, que no se atiendan de forma apropiada servicios tan esenciales como salud, educación, provisión de infraestructura, movilidad, justicia etc., es resultado del mundo en el que nos tocó vivir, pero no de una deficiente organización estatal. En general, asumen que su trabajo no tiene por qué garantizar la creación de valor público y que tal arreglo organizacional es correcto y apropiado, por ejemplo, no tienen objeciones con invertir toda su jornada en actividades que no tienen ninguna relación con el ciudadano, organizarán tantos eventos y reuniones como sean necesarios, elaborarán tantos documentos y formatos como les soliciten y al final del día, se sentirán satisfechos porque ejecutaron una cantidad importante de tareas.  Por otra parte, las dinámicas políticas más cuestionables como el clientelismo, las componendas e incluso la corrupción, son para ellos males necesarios relativamente normales e inherentes a la dinámica pública.

Todos los problemas de lo público se explican por la insuficiencia de recursos: para quienes trabajan en la organización pública, los recursos disponibles para concretar sus objetivos nunca serán suficientes. De hecho, la razón por la cual no se materializan los resultados esperados, es básicamente que los recursos no son ilimitados, si lo fueran, con toda seguridad hace tiempo se habría logrado todo lo que la sociedad de una u otra manera espera. Bajo estas circunstancias, habrá que gastar tanto como sea necesario y por supuesto, habrá que recaudar tanto como se requiera, si queremos avanzar en la solución de los problemas que en la actualidad nos aquejan. En sus imaginarios la eficiencia no es la variable más relevante, el desperdicio razonable de recursos es necesario para identificar alternativas de solución que funcionen. En esencia, todo será correcto, siempre y cuando,  las organizaciones estatales gasten todo el presupuesto que les es asignado, más allá de si dicho gasto garantiza el mejoramiento del bienestar de las personas. De otra parte, la forma en la que se gasta es apropiada, los servidores públicos son responsables de verificar que en el proceso se cumpla con la ley y los requisitos establecidos en los estándares de contratación publica, sin importar si el resultado de tales contrataciones coincide o no con las necesidades de la sociedad colombiana.

La salida más viable siempre será la que le facilite la vida al Estado: en el imaginario de las personas que trabajan dentro de la organización pública, está muy fundamentada la idea de evitar complicarse, ser totalmente pragmáticos en la manera de afrontar los problemas. Tal condición implica, que al evaluar diversas alternativas, la posibilidad opcionada siempre será la de más corto plazo que además implique un menor esfuerzo para el Estado. Adicionalmente, al implementar las soluciones, tienden a trasladarle al ciudadano buena parte de la responsabilidad y carga que no pretenden asumir ellos. Por ejemplo, en vez de ejecutar proyectos que desarrollen los sistemas de movilidad en las ciudades, las personas que forman parte de la organización estatal, han preferido implementar durante 20 años medidas de restricción vehicular, que les facilitan la organización del tráfico, sin tener que desarrollar la infraestructura y ampliar la oferta en múltiples modos de transporte, que distribuyan la demanda y garanticen una calidad aceptable en el viaje.

Están dispuestos a engañar para salirse con la suya: para las personas al interior de lo público el fin justifica casi siempre los medios, en este sentido, con el propósito de sacar algún tema de propio interés adelante, se engañará al público, tantas veces como sea necesario. Se hará lo que se considere pertinente para que los ciudadanos de segunda, en su acostumbrada molesta actitud, no se interpongan en el camino del Estado. Se ajustarán resultados de indicadores, se mostrará selectivamente información, se posicionarán ideas en el público etc., cuantas veces se requiera. Particularmente, quienes tienen interés en ser elegidos y todos los nominados por ellos, adelantarán masivas campañas de marketing engañoso para garantizar la favorabilidad de los votantes, en efecto, desde las campañas políticas, hasta el desarrollo de funciones por parte de gobernadores, alcaldes, concejales, diputados, ministros, presidentes etc., se publicarán infinidad de piezas publicitarias intentando promocionar productos públicos que no necesitan ser promocionados cómo carreteras, hospitales, subsidios etc. De otra parte, les pondrán nombres extraños a políticas que van en contravía del bienestar de las personas, para que no se den cuenta de su verdadera naturaleza e implicaciones.

El Estado está para imponer autoridad: el Estado existe para poner en cintura al ciudadano, para controlar todas las dimensiones de su vida, para quienes forman parte de la organización pública, el Estado no se configura como un facilitador de la cotidianidad de las personas, como una instancia llamada a ayudarles a construir su felicidad, sino que más bien, es un censor, concebido para ejercer su autoridad cada vez que se vea la necesidad. En efecto, los servidores públicos, en general, se perciben a sí mismos como superiores al ciudadano, como actores que están por encima de él jerárquicamente. Así las cosas, aspectos tan esenciales como la manifestación de insatisfacción por parte de las mayorías, son vistos por aquellos como reclamaciones infundadas que deben reprimirse y no como las quejas de clientes insatisfechos, que no están conformes con los servicios que la organización pública les ha venido prestando. Toda esta extraña dinámica puede resumirse en que para las personas que forman parte de lo público, el Estado, está para mandar al ciudadano mientras este último tiene la obligación de obedecer, bajo ninguna circunstancia se asume que todo el aparato público está subordinado al ciudadano y que aquel es un cliente que espera una provisión de bienes y servicios públicos de alta calidad y pertinencia.

La realidad pública es única y debe mantenerse separada del resto del mundo: para las personas que trabajan en lo público, el Estado, es un sistema que solamente ellos comprenden, que nadie más, es capaz de entender realmente, en parte, debido a la torpeza de los ciudadanos, pero también, porque sus particularidades hacen que ningún concepto desarrollado por la ingeniería, el management, la psicología o cualquier ciencia que se concentre en la dinámica privada, sea aplicable a su contexto y particularidades. En esencia, todo lo que viene de afuera se descarta rápidamente por lo que el conocimiento público permanece estático. En este sentido,  las personas que trabajan en lo público defienden un estatus quo que se ha mantenido durante décadas prácticamente invariable, los conceptos, definiciones, manera de operar y de enfrentar los problemas sociales son muy similares a los que existían 10 años atrás. Dicho lo anterior, la innovación es muy limitada y se suscribe casi que exclusivamente, a copiar cosas que han implementado en otros países también dentro del entorno público.

Pusilanimidad bajo el amparo de la ley: para las personas que trabajan al interior del Estado, la ley se configura como un mecanismo conveniente que les permite aislarse de los incómodos requerimientos de los ciudadanos y mantener el estatus quo de la organización estatal. Para aquellos, el primer reflejo ante cualquier solicitud ciudadana o iniciativa de cambio será la utilización de la ley para justificar la decisión de no hacer nada. Convenientemente, se da a entender al público que no es posible avanzar en la solución efectiva de las demandas con base en una argumentación selectiva sustentada en normas que parecen respaldar la procastinación de las decisiones y la actuación. En todo caso, es curioso que se utilicen las leyes de esta manera, cuando su fundamento es la priorización de los derechos y demandas ciudadanas por encima de todo. Conforme a esta circunstancia, en el marco de la dinámica pública, es posible identificar recurrentes situaciones en las que es evidente y urgente ponerse de acuerdo y actuar de forma decidida, para garantizar el bienestar de las personas, no obstante, teniendo clara esta necesidad y la posibilidad de afrontarla, se le da la espalda conscientemente en el marco de sendas respuestas con amplios argumentos legales, en los que se explican cuidadosamente las razones por las cuales se prefiere no hacer nada. 

El management y el trabajo en equipo son habilidades escasas: para quienes forman parte de la organización estatal el management es secundario, se trata de un conocimiento y un conjunto de habilidades relevantes para el sector privado pero intrascendentes para el sector público. Definir estrategia, mejorar el diseño organizacional, liderar y conducir a los equipos a lograr objetivos, es más una cuestión de ejercer autoridad, reemplazar equipos, que de orientar, diseñar, persuadir, convencer y entusiasmar. Para aquellos, todo se soluciona con la definición de funciones claras tanto para las organizaciones públicas como para quienes hacen parte de sus equipos de trabajo, por lo tanto, trabajar con otros, articulado con ellos, desarrollando sinergias y resultados conjuntos, es prácticamente improcedente. De hecho, cada vez que se cambian gobiernos, las personas que entran a liderar las organizaciones públicas, no tienen reparo en reemplazar tanto talento humano como sea posible, sin que sean relevantes aspectos como know how, aprendizaje organizacional, el respeto por el desempeño del talento humano etc.

Con el tiempo he comprendido, que las decisiones son el resultado invariable de lo que las personas tienen en su cabeza a la hora de tomarlas. Si tales imaginarios y prácticas coinciden con aspectos que garantizarán el mejoramiento de la vida de todos y cada uno de nosotros, seguramente, nuestro destino se moverá en el sentido correcto. Por el contrario, si su naturaleza va en contravía de la evolución social, gastaremos el tiempo en discusiones interminables sin realmente mejorar nuestra condición.

Estoy seguro de que quien lea este artículo con cuidado y comprenda la importancia de la cultura sobre el desempeño de cualquier organización,  entenderá la necesidad de implementar acciones urgentes que modifiquen sustancialmente tales imaginarios y prácticas. La mayoría de los cuales, son en realidad, altamente lesivos para el desarrollo del país. 

 

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viernes, 12 de agosto de 2022

Reforma tributaria: los cambios inaplazables de la Hacienda Pública colombiana


En los últimos 20 años, hemos tenido 12 reformas tributarias formales nacionales mientras en la actualidad, tenemos otra en curso. En su mayoría, han estado concentradas en aumentar los ingresos del Estado. Es importante aclarar que, esta cifra no tiene en cuenta las decisiones que, en el marco de su autonomía, han venido tomando gobernaciones, alcaldías y ciertas entidades públicas que se financian con ingresos propios, las cuales en su mayoría han incrementado, de forma importante, las tasas asociadas a cobros, tributos, contribuciones etc. 

 

A pesar de lo anterior, para nuestra Hacienda Pública y los gobiernos de turno, los recursos nunca son suficientes. 

 

Una evolución como la descrita, ha generado un sistema tributario antitécnico, con serios problemas de diseño, que, en vez de incentivar el mejoramiento de los ingresos de las poblaciones menos favorecidas, lo que hace es depredarlas, mantenerlas por fuera de un sistema tan hostil, exacerbar su dependencia de subsidios cruzados, transferencias condicionadas y no condicionadas, mientras convierte a las poblaciones de ingresos más altos en los únicos financiadores de todo el gasto público, al tiempo que compromete la posibilidad para sostener sus condiciones y riqueza. 

 

Al final de cuentas, durante todos estos años, se han materializado distorsiones irreconciliables sobre los sectores económicos, que nos mantienen cautivos en la producción de commodities, bienes y servicios de bajo valor. 

 

La gestación de una situación como la descrita, tiene su origen, sin duda, en nuestra Hacienda Pública y las personas del entorno académico que la han asesorado durante años. Por lo tanto, si queremos mejorar el ingreso per cápita del país y reducir en alguna medida la marcada desigualdad que nos carcome, es imprescindible que demos inicio a un drástico proceso de modernización que la ubique en el siglo XXI. 

 

Lo primero y más importante es, cambiar su cultura y filosofía. Las organizaciones públicas post modernas, han entendido que existen para mejorar el bienestar de las personas, para satisfacer enteramente sus necesidades y expectativas, por lo tanto, la Hacienda Pública debe centrarse esencialmente en crear bienestar social. En este sentido, su propósito, no es solamente, recaudar recursos y distribuirlos al interior de la organización estatal, en el marco de ciertas reglas presupuestales y financieras; sino más bien, materializar el mejoramiento gradual del bienestar de cada colombiano. 

 

Un cambio en la filosofía y la cultura de la Hacienda Pública como el anotado, centra su actividad en incrementar sustancialmente el Value for Money de los recursos con los que cuenta el aparato estatal. Esto quiere decir que, debe focalizarse en lograr que cada peso que se recaude se multiplique por dos, por tres etc., al transformarse en gasto, de suerte que cada ciudadano perciba que lo que entrega en materia de impuestos, le es devuelto multiplicado, es decir que la rentabilidad social percibida como contribuyente, es considerablemente alta.   

 

Lo segundo es modificar los métodos de la gestión hacendaria. Incrementar la rentabilidad social, requiere de mecanismos diferentes a los tradicionales, en este sentido, la asignación del presupuesto debe centrarse en la capacidad del receptor de recursos públicos para materializar resultados concretos, en el análisis de su desempeño y posibilidades. 

 

La idea, es dirigir el flujo de los escasos fondos públicos, hacia las entidades que son capaces de garantizar buenos resultados gracias a su buen desempeño. 

 

Además, la política tributaria debe modificarse drásticamente. En adelante, el diseño tributario debe determinar seriamente las implicaciones de cada nuevo tributo, contribución etc., sobre el bienestar de las personas naturales y jurídicas, centrándose en el individuo, es decir, debe considerar un análisis de 360 grados que cuantifique la sumatoria de todos los posibles aportes que esté haciendo cada grupo poblacional al Estado, teniendo en cuenta todas las ramas del poder público, niveles y organizaciones. 

 

Incluso, debe estudiar, las consecuencias de las distorsiones generadas por cada nuevo tributo, contribución etc., sobre los sectores productivos, teniendo en cuenta la sumatoria de los aportes al Estado identificados a lo largo de toda la cadena productiva; para determinar la forma en que cada decisión afecta el ecosistema productivo y deteriora su capacidad para mejorar los ingresos de los colombianos. 

 

Por supuesto, lo expuesto, necesariamente implica, desmontar paulatinamente toda la política de subsidios cruzados, trasferencias condicionadas y no condicionadas, para focalizar los recursos en inversiones públicas de alto valor y con alta capacidad para configurar un ecosistema productivo que, incremente de forma importante los ingresos de las poblaciones menos favorecidas, reduciendo la desigualdad y, por tanto, equiparando la capacidad de los diferentes grupos poblacionales para financiar el gasto público. 

 

De no hacer los cambios anteriores, seguiremos operando bajo la irracionalidad antitécnica de hacer una reforma tributaria cada 1.5 años, distorsionando, complejizando y deteriorando un ecosistema productivo nacional, para el que nos urgen resultados contundentes que nos permitan evolucionar como sociedad y como país. 

 

 

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