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domingo, 6 de octubre de 2024

Las pseudociencias sociales

 


Publicado en el Diario Portafolio

Muchos pensábamos que la ciencia había ganado la partida. Luego de la oscura Edad Media, la humanidad inició un proceso de ilustración maravilloso en el que decidió reemplazar la fe y los dogmas por el conocimiento científico. La idea de todo esto, era construir el conocimiento humano a través de la duda sistemática, la verificación colectiva y esquemática de todo lo que concebimos. Semejante dinámica nos permitió como humanidad aumentar la esperanza de vida hasta niveles jamás soñados, reducir la pobreza hasta dimensiones  nunca antes vistas en la historia, hacer prevalecer la libertad y los derechos de las personas hasta magnitudes sin antecedentes. En resumidas cuentas, gracias a la ciencia en la actualidad tenemos estándares de bienestar que nadie en la Edad Media habría imaginado. 

A pesar de las cifras que sustentan semejante éxito humano, de nuevo el oscurantismo intenta resucitar, por intermedio de la pseudociencia, las ideologías y la posverdad. Lo cierto es que las ciencias sociales están jugando un papel muy importante en este preocupante proceso. 

El enfoque científico entiende al mundo de manera abierta, dejando a un lado los sesgos ideológicos, se interesa por validar las ideas en el marco de evidencia, sabe que cualquier teoría puede ser temporal y que una vez es sometida al escrutinio de la demostración puede ser descartada en toda su extensión para ser reemplazada por otra con un fundamento teórico y empírico más sólido. La pseudociencia por otro lado es dogmática, ignora la evidencia creando pequeños mundos aparte desconectados de lo que se ve en la práctica, es ideológica, no está dispuesta a replantear paradigmas y en muchos casos sus premisas van en contravía de lo que muestran los datos. 

De manera poco científica, desde la tribuna social se han propuesto un conjunto de teorías que intentan re explicar el mundo, trasladando todos estos planteamientos a la humanidad, no a través del proceso científico al que estamos acostumbrados, sino mediante la ideología y la imposición política. Desde el punto de vista de quienes proponen todas estas aproximaciones: el género, la economía, la política, la ciencia misma, todo es una construcción maquiavélica negativa para la humanidad que tiene que ser corregida. Ahora resulta que todo lo que en conjunto como especie hemos construido, está mal y debe ser cambiado. Lo primero que hay que decir, es que cada uno de estos planteamientos propuestos por estas vertientes sociales es, sin duda, profundamente pseudocientífico, ninguno recurre a datos reales que permitan justificar semejantes apuestas, incluso, todos ellos, se configuran como planteamientos agresivos con otros puntos de vista, como propuestas que buscan su imposición sobre la sociedad. 

En lo personal creo que no son más que ideas arrogantes producto de teóricos de escritorio que creen que descubrieron el agua tibia, en un lago de conocimiento dentro del cual solo han podido acceder a un pequeño charco que se siente más cálido que el resto. Lo que impresiona profundamente es cómo intentan separar su supuesta verdad de otras vertientes del conocimiento, calificando todo lo opuesto o complementario como una “narrativa” neoliberal, producto del patriarcado, machista por mencionar algunas, con semejante argumento procuran descartar de tajo todos los planteamientos que no se alineen con sus ideas, sin abrirse realmente a  ninguna discusión o argumentación científica, sin validación basada en evidencia, simplemente con el precepto de que todo lo que han pensado otros está errado. Vaya ignorancia arrogante! Primero el conocimiento no puede separarse, aislarse en silos diferenciados, es una construcción colectiva sistémica que se alimenta de múltiples vertientes, entonces intentar asumir que las ciencias sociales con su escaso desarrollo científico tienen la respuesta por encima de otras disciplinas, es traído de los cabellos. Lo segundo es que el conocimiento evoluciona por lo que recurrir a ideas que se publicaron hace siglos para re explicar el mundo, es profundamente atrasado e ignorante de todo lo que ha aparecido después. Lo tercero es que convertir todos estos planteamientos en ideologías que pretenden imponerse por mecanismos políticos, es completamente anacrónico y comparable al esfuerzo de la religión por obligar la apropiación de sus concepciones en el Medioevo. Para mejorar el mundo actual basta con seguir construyendo sobre lo construido, nutrir las soluciones con una mezcla interdisciplinaria de puntos de vista, abrirse a todas las perspectivas y estar dispuesto a replantear ideas cuando se demuestra con base en evidencia que otras propuestas, son mejores vengan de dónde vengan, las proponga un medico, un gerente, un deportista, un empresario, no importa quién las plantee y qué prejuicios tengamos con respecto a su condición, lo relevante es su capacidad para construir y el fundamento científico que las soporta. 

No tiene sentido imponerle a las mayorías ideas que las minorías desinformadas convierten en consigna ideológica, cuál es la racionalidad de modificar las leyes para que cambiemos la forma natural en la que hablamos, basta de todos, todes, elles, basta de cuestionar los géneros y la forma en que nos relacionamos entre hombres y mujeres, paremos de objetar las prácticas económicas actuales con ideas que van en contra de la evidencia y los datos, no más iniciativas políticas sustentadas en fórmulas que se han implementado en diferentes sociedades sin generar una sola evidencia que muestre que han logrado alguna clase de éxito, lo cierto es que si la humanidad llega a un consenso científico en estas materias modificará lo que sea necesario, como lo ha hecho invariablemente en su historia, de lo contrario, no debe hacer cambios y menos por coacción de todo este movimiento que no es más que la imposición de una fe falsa propuesta por profetas que difunden su credo en redes sociales y se alían con políticos para configurar huestes de seguidores que votan por ellos, que cierran los ojos en el marco de su fe profunda y esperan milagros, resultados inesperados aplicando medidas que nunca han mostrado funcionar y que con seguridad nunca lo harán o planteando iniciativas que desconocen todo lo que millones de humanos han construido antes, parten de apuestas irreales utópicas y totalmente inciertas. Volvamos a la ciencia y a la adultez intelectual abramos nuestra mente a lo que muestra funcionar pero descartemos lo que revela no dar ningún resultado. 

Versión en audio

domingo, 9 de octubre de 2022

Estrategia corporativa, competitiva y desarrollo

 


Lo que se espera de un buen gobierno, es que configure el entorno legal, económico y fiscal de un país para mejorar la riqueza y bienestar de todos y cada uno de los gobernados. La redistribución, cuando no se genera riqueza que pueda distribuirse lo único que hace es trasladar recursos de los menos pobres a los más pobres dejando a los primeros en peor situación, y a los segundos en dependencia, de otra parte, la historia nos ha demostrado en múltiples países que la estabilidad y la transparencia en la gestión de la economía son los pilares más grandes del desarrollo, lo demás no son más que habladurías e irresponsabilidad.

En el caso de Colombia, la esencia de un resultado como el mencionado tendrá su base en el diseño acertado de su estrategia corporativa y competitiva. Nos urge concentrarnos en estos dos aspectos pues durante años, nos hemos comportado como un país planeador, al interior del cuál estamos obsesionados con los objetivos y las metas, pero no existe ninguna claridad en relación con la ruta que nos conducirá hacia el desarrollo.

La primera de estas estrategias, se concentra en decidir el portafolio de negocios del país, mientras la segunda, se focaliza en la forma en la que creará la mayor rentabilidad social posible al interior de cada una de las líneas de negocio escogidas. Una mezcla óptima de estas decisiones explica claramente las razones por las cuales, algunos países tienen niveles de desarrollo superiores a otros.

En lo que tiene que ver con estrategia corporativa, un análisis de contexto externo nos sugiere de inmediato que es necesario empezar a migrar el portafolio de negocios centrado en petróleo y carbón a producción de energías limpias, al tiempo que se fortalecen las líneas de negocio de la agroindustria y de la tecnología. Los cambios en el mundo en lo que tiene que ver con la evolución hacia la movilidad eléctrica y la recomposición de la matriz energética en múltiples países, nos dicen que las industrias del carbón y el petróleo iniciarán en los próximos años un proceso de declive por lo que sería lógico profundizar drásticamente, pero de forma sostenible, la explotación y exportaciones de estos dos recursos, con el fin de generar excedentes que nos permitan invertir en las líneas de negocio de reemplazo a la velocidad necesaria.

En el caso de la agroindustria, lo pertinente es desarrollar está línea de negocio para aprovechar de forma contundente los recursos y las capacidades con las que cuenta el país que en la actualidad están desperdiciados. El propósito es que la producción en esta materia empiece a multiplicar su participación en el PIB, cuidando que la cantidad de bienes y servicios producidos crezca, pero aumentando en una proporción mayor, el ingreso recibido por el país gracias a que los productos vendidos incrementen su valor agregado.

De otra parte, la evolución del Metaverso, el Blockhchain, la aceleración de la transformación digital etc., dejan claro que en los próximos años la realidad del mundo será eminentemente digital, por tanto, habrá una demanda creciente de servicios tecnológicos. Se trata de un sector de muy escaso desarrollo en el país que necesitará un proceso agresivo de construcción de recursos y capacidades.

En las tres líneas de negocio habrá que configurar todo un ecosistema productivo inexistente en la actualidad que garantice su rotundo éxito. Por lo tanto, será necesario crear un fondo totalmente independiente del sector público, dedicado enteramente a hacer las inversiones requeridas para lograr este resultado. El modelo podría ser similar al del Fondo Soberano Noruego con una lógica organizacional parecida a la del Banco de la República, de suerte que sus decisiones sean ajenas a los intereses políticos tradicionales. La idea es que este fondo reciba la totalidad de los recursos provenientes del incremento de la explotación de las líneas de negocio de petróleo y carbón y los invierta de forma totalmente autónoma y eficaz. 

En lo que tiene que ver con la estrategia competitiva, vale la pena aprender de lo que ha venido pasando a lo largo de los años en el mundo empresarial, en la actualidad, las organizaciones más valiosas del mundo son plataformas, se trata de instancias que construyen un entorno diseñado para  facilitar la interacción entre oferta y demanda de distintas características, utilizando la tecnología como mecanismo para dinamizar dicho relacionamiento. Así las cosas, lo que habría que hacer es convertir al Estado colombiano en una plataforma centrada y focalizada en facilitar las transacciones en todas sus líneas de negocio. La idea es configurarlo como el diseñador y administrador de un entorno que estimule y posibilite la interacción entre los diferentes integrantes de la oferta, la demanda y el ecosistema habilitador de estos nuevos negocios. Parece una tarea fácil, pero en realidad se trata de una reinvención completa de las ramas del poder público colombiano, aprendiendo de las experiencias de las organizaciones actuales más avanzadas.  

En relación con la estrategia funcional, lo más importante y urgente, es rediseñar enteramente la estrategia financiera del país, esto implica configurar a Hacienda como una herramienta para mejorar el bienestar de cada colombiano, materializar la estrategia corporativa y de plataforma descritas. La idea es analizar la totalidad de la cadena productiva para mediante la estrategia tributaria garantizar el crecimiento rápido de los sectores que se quieren desarrollar. Además, a través de la política fiscal, relocalizar todo el gasto público,  invirtiendo esencialmente en el desarrollo de los habilitadores del ecosistema que soporta los sectores de interés. Finalmente, garantizar una alta y consecuente estabilidad económica, de suerte que los capitales internos y externos necesarios para hacer crecer de forma sostenible los nuevos negocios se movilicen a raudales.

Nada de lo mencionado se ejecutaría a través de la contratación masiva de consultorías, más bien, todo se haría mediante estrictos y sofisticados procesos de gerencia al interior del propio gobierno. Por lo tanto, sería necesario sacar al Consejo de Ministros de todos los escenarios que lo distraen para centrarlo en gestionar eficaz  y rigurosamente las organizaciones estatales y de esa forma poder alinearlas con la estrategia y garantizar buenos resultados muy rápidamente.

 

 Versión en audio

 

 

sábado, 8 de enero de 2022

Los alcaldes, concejales, gobernadores y diputados, con su mediocridad, están llevando las regiones al desfiladero.

Parece que nadie se atreve, pero en mi caso, tengo el suficiente carácter para decirlo sin tapujos: los alcaldes, gobernadores, concejales y diputados están destruyendo los municipios de este país y nosotros mismos estamos ayudándoles a lograrlo. Basta con recorrerlos para darse cuenta el nivel de descuido y ruina en el que se encuentran muchos de ellos: cascos urbanos espantosamente mal planeados y mantenidos, veredas abandonadas a su suerte, salud, educación apenas aceptables y orden público casi siempre comprometido. La explicación no es otra que, o son terriblemente incompetentes o se niegan terminantemente a hacer el trabajo para el cual los contratamos. 

Lo preocupante del caso es que nosotros mismos estamos ayudándoles a materializar tal destrucción, aceptando sus disculpas recurrentes y mentirosas relacionadas con complejidades que no existen, presupuestos suficientes que para ellos siempre serán escasos, desconocimiento de lo público convenientemente utilizado para materializar sus propios intereses etc., bajando preocupantemente nuestras expectativas sobre su gestión, aceptando y excusando su falta descarada de resultados y su total incapacidad para solucionar eficazmente los problemas de las personas que los eligieron. 

Pero esta situación no puede continuar, de lo contrario nuestro país terminará en ruinas desde el punto de vista social y ambiental, antes de que nos demos cuenta y posiblemente ya no podamos hacer nada para corregirlo. 

Tenemos que empezar a ser despiadados con ellos, exigiéndoles perfección en sus actuaciones y dejándoles claro, que quien no pueda desempeñarse de la forma esperada, no debe siquiera postularse para tal dignidad. Es necesario que acabemos con esa permisividad que está carcomiendo el bienestar propio y de nuestros seres queridos: hacen el trabajo para el cual los contratamos o los obligamos a hacerlo. 

Mandemos al diablo las mentiras que justifican su incompetencia, comprendamos de una buena vez que tienen todo para hacer una gestión al menos aceptable y si no lo logran, debe ser porque atienden sus propios intereses o  sencillamente no son competentes para desempeñarse en el cargo que ostentan. 

Recordemos que cada ciudadano por humilde que sea, es el jefe natural de estos empleados de lo público, por lo tanto, a la menor evidencia de una mediocre gestión, pongamos el grito en el cielo, teniendo el cuidado de desoír la totalidad de las disculpas que aquellos puedan inventarse, ya que son irrelevantes para nuestros intereses. 

Exijámosle además a instancias como el Departamento Nacional de Planeación, La Procuraduría General de la Nación, la Contraloría General de la República, que dejen de tratar a estos dignatarios territoriales como al “hijo bobo” del que no se espera nunca nada. Lo que necesitamos es que estas tres organizaciones públicas, empiecen a ser contundentes, verificando su gestión, pasando de los indicadores mentirosos e irreales a la verdad pura y dura, de suerte que si existe la más mínima evidencia de que no están siendo diligentes, aprovechen sus competencias para ser implacables con ellos. 

Finalmente, abandonemos todos estos programas de orden nacional y de cooperación internacional, que buscan remplazar el trabajo que estás instancias locales se rehúsan a hacer, dejemos claro que el que no sea capaz de lograr resultados, no debe meterse a gestionar lo público. Abramos al fin los ojos y dejemos atrás está odiosa tradición de mentiras y contemplaciones que tiene nuestras regiones en el atraso y nos hunde en el desespero cada día más. 

miércoles, 10 de enero de 2018

¿Será mucho pedir, un Estado eficiente que “funcione como un relojito”?



Recorrer el país es un ejercicio hermoso que nos recuerda a los colombianos el privilegio que tenemos al poder gozar de paisajes increíbles e interactuar con personas maravillosas, no obstante, también es un duro recordatorio de los problemas asociados a la capacidad del Estado para proporcionarnos bienes y servicios públicos de alta calidad. En el entretanto de un largo proceso andariego que me ha permitido conocer realidades maravillosas,  me he enfrentado a carreteras regionales repletas de huecos, que conducen a poblaciones con infraestructuras ajenas a cualquier tipo de mantenimiento, he tenido la posibilidad de transitar por regiones en las que priman patrones negativos como la destrucción ambiental y la violencia soterrada.

No obstante, a pesar de que existen tan evidentes y sentidas necesidades, en todos estos lugares me he topado con ciclo rutas que emulan a las de la capital, notablemente costosas, por las que no circula ni una sola alma; con señalizaciones innecesarias, en carreteras por las que pasa un vehículo de vez en cuando; con tramos pavimentados increíblemente cortos, sobre carreteras veredales, cuyo diseño técnico no parece tener explicación alguna; con decoraciones navideñas que ostentan  motivos extraños, cuyo costo supone un ojo de la cara de los humildes contribuyentes…en fin, con diferentes representaciones de gastos que nadie necesita, pero que seguramente les permiten a los mandatarios locales sacar tajadas jugosas para su propio provecho.  Tan generalizado es el fenómeno, que no se puede decir que exista un solo municipio colombiano  mantenido como “una tacita de té”.

Si ésta es la situación que reina en lo relacionado con bienes públicos tangibles, ¿qué pasará con aquellos difíciles de advertir a simple vista? Los que conocemos los territorios sabemos lo irrisorio que resulta pensar en que los culpables de un robo sean capturados y condenados gracias a las gestiones de la autoridad en una pequeña población colombiana, tenemos claro que si necesitamos buena atención en salud, debemos desplazarnos a las ciudades y sabemos a ciencia cierta, que lo mejor para vivir una vida tranquila es “comer callado y no meterse con nadie” pues literalmente en los pequeños municipios colombianos “no hay quien nos proteja”.

Lo que parece extraño de todo esto, no es la existencia de estos inconvenientes, se trata sin duda de una condición endémica inherente a las sociedades de países como el nuestro. Lo curioso del caso, es que la gente piense que como estamos, estamos bien, que la estructura del Estado y de los mecanismos de gobernanza en los territorios, son pertinentes y que a pesar de todos estos inconvenientes, no hay manera de hacer que nuestra realidad sea diferente.  

Mi sentir, es que toda esta confusión se ha generado fundamentalmente porque creemos que vivimos en un país pobre que no tiene recursos para solucionar todos estos problemas. Sin embargo, quienes conocemos el aparato estatal, sabemos perfectamente que esta afirmación es completamente falsa, en realidad, el erario con que cuenta El Estado es más que suficiente para satisfacer nuestras necesidades en materia de bienes y servicios.

El problema de fondo, es que esta gran masa de dinero entra a un aparataje desordenado y complejo, que la consume desesperadamente en el marco de vericuetos organizacionales arcaicos, de los cuales parecemos sentirnos muy orgullosos.  A veces damos la impresión de que estamos dispuestos a convivir con este karma, siempre y cuando logremos aislarlo de nuestra actividad privada. Lo curioso de todo esto, es que cuando la provisión de bienes y servicios públicos no es eficaz, se necesitan más impuestos para mantener el aparato estatal y además se precarizan las bases más fundamentales para una sólida actividad privada.

El resultado, es que comparativamente con otros países, podemos tener las mismas capacidades, el mismo conocimiento e incluso, la misma tecnología; sin embargo, la precariedad del entorno nos hace menos productivos, mientras la necesidad de que transfiramos más y más impuestos al aparato público, nos deja con menos recursos para invertir en nuevas máquinas, capacitación para nuestros empleados, mejores salarios, investigación y desarrollo para innovar en la industria  etc.

Si queremos incursionar en la ardua senda de solucionar este embrollo en el que estamos metidos, lo primero que debemos hacer es cambiar drásticamente nuestra manera de entender lo público. Cada uno de nosotros tiene que quitarse de encima preceptos que nos conducen a frases como “lo público es diferente” , “hay que entender la lógica de lo público”, “es necesario ser flexible en lo público”; todas ellas no son más que la manifestación de anuencia hacia las prácticas que tienen hundidas en el caos a nuestras organizaciones públicas. Lo segundo es empezar a exigirle a lo público un funcionamiento perfecto en todo el sentido de la palabra, ser implacables en demandar celeridad, productividad, pertinencia, buen servicio y en general todos los atributos asociados a bienes y servicios de altísima calidad etc.  Lo tercero es exigir una separación drástica e irreconciliable entre la gerencia pública y el clientelismo disfrazado, los gerentes de las organizaciones públicas deben llegar a dirigirlas por mérito, después de haber surtido procesos de aprendizaje necesarios al interior de ellas, además deben liderarlas durante largos periodos de tiempo gracias a que su proceso de selección, ha sido lo suficientemente cuidadoso como para constituirse en garantía de buenos resultados. No tiene sentido seguir con la dinámica de poner nuestras entidades en manos de alfiles inexpertos que se quitan y ponen cada vez que es necesario concretar un resultado político. Lo cuarto es garantizar una operación de las organizaciones públicas totalmente estandarizada y sistematizada, que reduzca a su mínima expresión la discrecionalidad actual, que exacerba el velo oscuro sobre el cual yace la corrupción. Lo quinto es concebir organizaciones públicas basadas en la agilidad y la transparencia, con procesos fundamentados en la tecnología, la simplicidad, la velocidad y la satisfacción completa de los ciudadanos.

Toda esta ruptura irreconciliable de paradigma, puede resumirse, en cambiar drásticamente la percepción de que lo público, por su condición, debe funcionar mal; en desvincular el diseño del Estado de la jurisprudencia, cuyos desaciertos bien representados en la complejidad y la inoperancia de La Justicia,  ha logrado extender a las demás ramas del poder público; y en darle la potestad del diseño de lo público a una nueva área del conocimiento denominada “Ingeniería Pública”, cuya obsesión será garantizar que las organizaciones públicas funcionen mejor que cualquiera de las empresas privadas que en la actualidad admiramos

jueves, 25 de mayo de 2017

Nuestra sociedad no necesita a los políticos

                                           Fuente: http://www.birgrupyazar.com/kuru-siki-hayatlar/


Cuando nos referimos a las actividades de quienes rigen o esperan regir los asuntos públicos, nos vienen a la cabeza todo tipo de perspectivas centradas en lograr una mejor sociedad,  garantizando que cada uno de los individuos que la conforman, sea capaz de lograr sus expectativas y que por esta vía, tenga la posibilidad de alcanzar un estado de felicidad razonable. Esa, naturalmente, es la lógica del deber ser de la política, la cual en el caso de Colombia y de un sinnúmero de países en el mundo, dista mucho de lo que pasa en la realidad.

La culpa de una diferencia tan marcada entre el deber ser y lo que es, está enquistada en un conjunto de imaginarios que a lo largo de los años, han venido posicionándose en nuestras sociedades, hasta el punto, de que muchas personas creen que no es posible concebir un entorno de poder público diferente al actual, sienten que la lógica política contemporánea es producto de un estado natural social que no puede modificarse, al cual todos indefectiblemente tenemos que acostumbrarnos.

Lo cierto es que los políticos, un grupo minoritario de personas, se han encargado de hacernos pensar de esta manera, a través de siglos de decisiones amañadas nos han convencido de que son necesarios para mantener el equilibrio social y satisfacer nuestras necesidades.  Tan falsa es esta posición que históricamente, buena parte de su tiempo, lo han invertido en discursillos focalizados en tratar de defender lo indefendible y mantener un conveniente status quo.

Lo interesante del caso es que las nuevas generaciones “no comen cuento”, a partir de los millennials, el mundo está conformado por un conjunto de personas críticas capaces de identificar las fallas sistémicas de los modelos políticos, económicos y sociales que  nos han regido durante años. Por primera vez en siglos estas personas son capaces de acceder alrededor de todo el mundo, de manera irrestricta, a volúmenes ingentes de información, puntos de vista, teorías, paradigmas etc; y lo más interesante de todo, es que tienen la capacidad necesaria para unir los puntos y darse cuenta de que “el tigre no es como lo pintan” las personas que en la actualidad rigen nuestros destinos. 

Lo claro es que como sociedad estamos en un proceso de transición hacia un paradigma político diferente, al cual nos dirigimos caminando pero algunos creemos que es necesario empezar a correr. Es evidente que YA NO NECESITAMOS A LOS POLÍTICOS, que actualmente toman decisiones sobre nuestras vidas.

Quién puede necesitar individuos egoístas que piensan más en su propia conveniencia que en el bienestar del pueblo que los eligió directa o indirectamente. Se trata de personas que ven en lo público una carrera por la que se mueven en el marco de una especie de gueto, a costa de tomar decisiones que preservan los intereses de aquellos que tienen injerencia en su proyección profesional, aun cuando vayan en contra del bienestar de la sociedad. Operan como una especie de logia que preserva a toda costa los intereses de sus miembros, pero a la que le tienen sin cuidado las afugias de nuestra golpeada sociedad. Muy al estilo de la mafia siciliana de antaño, concentran su gestión en hacer favores que después alguien debe pagarles y en recompensar a aquellos que en algún momento de su vida les ayudaron a avanzar en el marco de su crecimiento político. 

No obstante puedan haber alcanzado niveles educativos altos, en general se trata de personas poco técnicas, escasamente estructuradas, cuyo único mérito radica en su capacidad para relacionarse con la logia indicada y entender los mecanismos para evitar ser expulsados.

Quién puede necesitar personas que no construyen su agenda política en torno a la solución estructural de problemas sociales, sino alrededor de propuestas que preservan los intereses de los grupos económicos más poderosos, los mismos que son capaces de pagar ingentes sumas de dinero para venderle a los votantes “el candidato indicado”, mediante la implementación de despiadadas y mentirosas campañas de marketing.

Quién puede necesitar dirigentes completamente ajenos a las realidades del pueblo sobre el cual toman decisiones, que viven en entornos ideales separados, amén de que ellos mismos se encargan de solucionar primero sus necesidades, priorizándolas por sobre las de sus votantes, es decir, se concentran exclusivamente en garantizar la erradicación de sus propios sufrimientos olvidándose del dolor del resto de la sociedad.

Por qué íbamos a querer ser dirigidos por habladores de oficio, cuyo principal mérito es dar discursos, aparecer en fotografías y figurar en redes sociales.  Personas capaces de anteponer un evento político a una reunión técnica cuyo propósito es diseñar la solución efectiva a un problema social; que privilegian una rueda de prensa sobre un ejercicio de gerencia serio, que garantice el correcto funcionamiento de las organizaciones que dirigen; que prefieren abrir eventos en los que participan las mismas con los mismos pertenecientes a su séquito político, antes que trabajar concienzudamente para sacar adelante proyectos que mejorarán el bienestar de los más desfavorecidos.

Quién podría pensar que para nuestra sociedad es útil contar con políticos que mandan al traste la efectividad de las organizaciones que dirigen, llenando sus cargos con individuos que poco o nada conocen de la técnica necesaria para garantizar el logro de sus objetivos misionales, con aspirantes cuyo único mérito es respaldar a toda costa al integrante del gueto que en su momento pudo llegar a un cargo de decisión. 

Quién querría en su entorno personas con un hambre ingente de riquezas, capaces de utilizar la posibilidad de regir nuestro destino, para venderle al mejor postor la decisión que más le  convenga, aún en desmedro del bienestar de la mayoría.

¿Habrá alguien que necesite personas tan dañinas para una sociedad como la nuestra? Si todos estamos de acuerdo en la respuesta, ¿por qué permitimos que sigan plagando la realidad política de nuestros países? De inmediato podemos tomar la decisión de condenar su existencia, tenemos la posibilidad de dejar de votar por ellos, podemos restringirles la entrada a nuestros entornos cotidianos, hacerles sentir a través de todas las estrategias posibles que no son bienvenidos y que a partir de la fecha son proscritos en una sociedad que tiene la voluntad de garantizarse para sí misma una lógica política completamente diferente.  

miércoles, 28 de septiembre de 2016

PRODUCTIVIDAD PÚBLICA: LA CLAVE PARA UNA VERDADERA PAZ ESTABLE Y DURADERA

Por: Armando Ardila
@ArmandoArdilaD


En estos días todo el país está concentrado en informarse acerca del contenido de los acuerdos de La Habana y decidir si refrendar o no el compromiso establecido entre las FARC y el Gobierno. Se trata sin duda de una decisión importante que requiere de toda nuestra atención y compromiso, sin embargo, no hay que perder de vista que si queremos la materialización de una paz estable y duradera, es necesario rediseñar toda la institucionalidad que durante años ha formado parte de un entorno de conflicto y emprender cuanto antes acciones decididas que garanticen resultados.

 Todo empieza por que nuestro país reconozca las dificultades que tiene el actual diseño institucional para garantizar el bienestar de toda la población colombiana y que asuma su responsabilidad en la implementación de un modelo de estas características generador y perpetuador de los determinantes del conflicto.

 En primera instancia, teniendo en cuenta que la manera en la que el Estado proporciona bienestar, es a través de la oferta de bienes, servicios y la definición de las reglas de juego en el marco de las cuales los privados desarrollan sus actividades y que dicha oferta se materializa a través de entidades públicas; es necesario pensar en una forma diferente de entender la manera en la que se diseñan las organizaciones al interior de lo público. En la actualidad, nuestras entidades se estructuran pensando más en la conveniencia política y jurídica, que en la pertinencia desde la perspectiva de la ingeniería. En línea con lo dicho, vale la pena preguntarnos si estamos creando las estructuras organizacionales apropiadas, entre 2002 y 2010 se modificaron 431 entidades y se suprimieron otras 49. Posteriormente, la reforma administrativa llevada a cabo por el gobierno actual modificó varias de las entidades previamente reestructuradas, incluyendo la separación de ministerios que ya habían sido fusionados.

 En general el enfoque de productividad pública se ha concentrado históricamente en generar esquemas de compensación e incentivos para que el talento humano incremente su producción, perdiendo de vista que la manera en la que está diseñada la organización es tal vez el principal determinante de la productividad individual. La misma persona puede tener resultados notables en una organización diseñada para “facilitar” su trabajo, mientras que reportará logros mediocres en una organización con procesos complejos y mal diseñados que parecen estar construidos para frenar su accionar.

 Desde este punto de vista, es necesario evolucionar hacia un paradigma institucional público que priorice la productividad por sobre todas las cosas, que se concentre en diseñar organizaciones cuyo marco estratégico, diseño de negocio, procesos, cultura, arquitectura tecnológica etc, esté focalizada en entregarle a los ciudadanos una cantidad mayor de bienes y servicios, haciendo uso de menos recursos, en el marco de un estándar de calidad creciente.

 Además, será imprescindible hacer cambios importantes en la estructura sistémica al interior de la cual se insertan estas nuevas y mejor diseñadas organizaciones. El país debe emprender cuanto antes el mejoramiento de institucionalidades transversales a todas sus entidades, como el empleo público y las compras públicas. Hay que reconocer que el actual modelo de gestión de talento humano público tiene serios problemas de diseño, rigideces e innecesarias complejidades, que impiden que las organizaciones puedan potenciar la productividad de sus empleados. En diciembre de 2015 la rama ejecutiva tenía 31.203 cargos pendientes por proveer a través de concursos, no obstante el costo promedio de provision de uno de estos cargos es de 8 millones de pesos, mientras que la duración estimada de todo el proceso es de aproximadamente un año. De otra parte, aunque Colombia Compra Eficiente ha logrado avances sustanciales en la manera en la que se provisionan los insumos al interior de las organizaciones, aún queda un largo camino por recorrer. Un aspecto crucial, para aumentar la tasa de producción de bienes y servicios públicos, así como su impacto, es garantizar una provisión de insumos óptima y oportuna en el marco de altos estándares de calidad. Desafortunadamente, la complejidad de los procesos actuales de compra impiden por completo la implementación de esquemas just in time.

 El mejoramiento en estos dos casos no pasa por hacer ajustes menores de lo que tenemos hoy día, sino que supone una ruptura radical en los modelos. En lo que tiene que ver con el empleo público, es necesario ajustar toda su lógica a las actuales tendencias globales de gestión de talento humano, en este sentido, esquemas flexibles, people analytics, felicidad laboral etc., son aspectos que deben ser involucrados en un modelo mejorado que le garantice a las organizaciones la provisión ágil y sobre todo pertinente de este invaluable recurso. En lo que tiene que ver con las compras públicas, la reducción drástica de los costos de transacción internos y externos para las organizaciones debería ser un aspecto prioritario, así como los ajustes en la anualidad del gasto, que permitan hacer compras ágiles más pertinentes para las necesidades de las organizaciones y por supuesto de los ciudadanos.

 A manera de conclusión, vale la pena reiterar que la paz se construye diseñando organizaciones públicas capaces de llegar a toda nuestra población, con bienes y servicios de alta calidad, desarrollados de manera productiva y que para lograrlo, es necesario que nuestro Estado haga ajustes sistémicos en toda su estructura, aplicando todo el set de herramientas que pueden ofrecernos los más recientes y sofisticados avances en la ingeniería de organizaciones.


miércoles, 11 de febrero de 2015

La Primera Línea del Metro y los mitos de su financiamiento


Publicado en el diario Portafolio http://www.portafolio.co/opinion/analisis-primer-linea-del-metro-bogota

Hace unos días, Simón Gaviria director del Departamento Nacional de Planeación, dio a conocer la posición oficial de Gobierno Nacional, con respecto a respaldar el 70 % de los costos de construir la Primera Línea del Metro en la ciudad de Bogotá. Luego de su anuncio, se han manifestado un sinnúmero de voces, todas ellas preocupadas por la ausencia de una propuesta concreta de financiamiento para una obra tan pertinente y esperada. De lo que no cabe duda, es de la necesidad de avanzar con pasos firmes y veloces en la ingeniería financiera de la iniciativa. Actualmente, la Secretaría de Hacienda Distrital viene trabajando en la definición de la estructuración financiera, en este sentido, considero pertinente hacer por este medio, algunas aclaraciones que espero ayuden a  concretar la iniciativa:

Se trata de un diseño costoso: en primera instancia, lo que muestra los estudios socioeconómicos del proyecto, recién finalizados y que en los próximos días serán entregados a la opinión pública; es que se trata de un proyecto de altísima rentabilidad social, cuyos costos se ajustan al estándar internacional de un diseño de estas características.

Es necesario considerar otras alternativas en materia de transporte: vale la pena mencionar, que dadas las dificultades de movilidad de Bogotá, sería irresponsable insistir en la expansión del transporte público a costa de quitarle carriles a otros modos de transporte o vinculando automotores adicionales a unas vías con niveles de servicio sorprendentemente bajos. Lo que no se puede perder de vista en la discusión, es que la construcción de una línea subterránea de carácter “pesado” como la que se está considerando en los diseños actuales, tendrá el mismo efecto en la ciudad de construir una nueva autopista de alta capacidad y altos niveles de servicio. Ningún diseño alterno lograría un efecto tan contundente.

El sistema actual puede soportar la demanda de transporte: el Sistema Integrado de Transporte Público de Bogotá en todos sus modos, tiene una capacidad de expansión muy pequeña, concentrada en los buses que no transitan por carriles exclusivos. En el caso de Transmilenio, dadas las condiciones en materia de velocidad y cargas del sistema, existen niveles de sobredemanda y deterioro gradual en la calidad del servicio, alarmantes para cualquier ciudad del mundo con una política de transporte, focalizada en el bienestar de los ciudadanos.

La tarifa del metro tiene que ser igual a la de los otros modos de transporte: la principal ventaja del metro, radica en su capacidad para ofrecer reducidos tiempos de desplazamiento y en la facilidad de carga y descarga de sus pasajeros. Considerando que estás son dos de las debilidades más grandes de los modos de transporte actuales, las personas estarías dispuestas a pagar mucho más por un desplazamiento en metro. Por lo tanto, si trasladamos de los modos alternos al metro, un número importante de personas con mayor poder adquisitivo, podemos elevar también la calidad del servicio en los buses con y sin carril exclusivo. Bajo estas condiciones, resulta perfectamente válido pensar en tarifas en el rango de los $2500 a $3000 pesos ya que supondrían una mejora sustancial de la experiencia del usuario en todos los modos del sistema.  

El proyecto no puede ser financieramente viable: si se logra una sinergia robusta entre la ingeniería financiera del proyecto y la recién finalizada evaluación económica y social; se pueden obtener resultados que aclaren las perspectivas de financiamiento. Mediante  el control de los sobre costos del proyecto, la implementación de una tarifa más alta y el aprovechamiento de todos los ingresos que potencialmente puede recibir una iniciativa como esta durante su operación; si duda se mejorarán de manera drástica los valores actuales de los indicadores financieros del proyecto, haciéndolos pertinentes para la participación privada. Por todos es conocido, que los desarrollos de transporte urbano de estas características, tienen incidencia directa sobre la oferta y la demanda inmobiliaria y comercial. Vale la pena considerar el hecho de que sea el mismo operador del metro quien construya los centros comerciales, los proyectos de vivienda, quien arriende los locales y se lucre con una oferta de publicidad bien estructurada etc.  

El proyecto tiene que financiarse con recursos públicos: la respuesta a este mito es un rotundo no. Si se estructura una ingeniería financiera sólida que le permita al operador capitalizar la totalidad de los ingresos potenciales del sistema y minimizar costos, por supuesto manteniendo altos indicadores en la calidad del servicio; será posible conseguir financiamiento privado. Incluso, reconociendo la evolución de otros metros en el mundo y la productividad pública en materia de transporte, esta sería sin duda la mejor alternativa.

 El proyecto tiene que ser administrado por Tansmilenio o una entidad distrital: Transmilenio como ente gestor, no está en capacidad de operar el metro de Bogotá, de asignársele esta tarea, transferiría al proyecto todas sus ineficiencias reduciendo el potencial en materia de calidad y reinversión. El operador del metro ideal, sería uno que consolide una asociación entre una firma con experiencia en infraestructura, electricidad y tenga musculo financiero para afrontar la construcción del proyecto  (ISA o la Empresa de Energía de Bogotá con algunos de los candidatos), con otra que conozca de transporte y particularmente de metros (una firma internacional pues en Colombia no existe esta capacidad) y una empresa dedicada al  desarrollo inmobiliario y comercial con el músculo suficiente para desarrollar obras de envergadura (alguna de nuestras grandes constructoras). Con la ayuda de un equipo de estas características seguramente tendremos un metro construido en poco tiempo que ofrezca el nivel de calidad de servicio en la operación que todos esperamos.


El operador del metro tiene que convivir con los entes gestores actuales de los demás modos de transporte: para que en Bogotá el transporte público opere en el marco de un verdadero sistema, es necesario que el operador del metro se configure como el único actor en la ciudad responsable de planear y administrar todos los modos de transporte, incluidos los taxis. En Bogotá no existirá un verdadero Sistema de Transporte Integrado a menos que su operación se configure en el marco de un esquema de planificación y administración completamente unificado, en el que se garantice una asignación de cargas con base en niveles de calidad óptimos. Considerando que los taxis aportan en esta estructura de transporte, deberían ser vinculados. 

viernes, 28 de junio de 2013

A PROPÓSITO DE LAS CRISIS MINISTERIALES Y SUS TERRIBLES CONSECUENCIAS





En el marco de esta corta columna, no pretendo establecer un tratado sobre los innumerables problemas de la gestión pública moderna, únicamente espero motivar en los lectores cierto grado de reflexión, con respecto a uno de los cánceres ocultos de mayor incidencia sobre la efectividad de la intervención pública, sobre el que Colombia no posee derechos de exclusividad: se trata de un mal endémico que afecta a varios países de la región.

La “desorientación estratégica” de las instituciones públicas, es un problema de una gravedad inusitada, que lleva a que la intervención pública opere de manera errática desperdiciando recursos escasos, mientras el bienestar de sus beneficiarios de deteriora en términos reales de manera paulatina, en el marco de un proceso anacrónico que reduce la disponibilidad per cápita de bienes y servicios públicos, mientras presiona al alza el recaudo de recursos. 

De acuerdo con el Informe Comparativo Internacional del Departamento Nacional de Planeación - DNP -, Colombia se encuentra entre los países peor calificados en eficacia pública, mientras  el recaudo impositivo per cápita, se ubica justo en el promedio del grupo de países con características similares con los cuales se hizo la comparación. Este particular no es más de una expresión cuantitativa de lo que percibimos todos los ciudadanos en nuestro entorno cotidiano: mayores impuestos y menor provisión de bienes y servicios públicos oportunos y de calidad.

¿Pero qué explica esta condición? ¿Qué hace que salgamos a la calle y nos encontremos en el orden del día con embotellamientos, calles destrozadas, corrupción, inseguridad y filas en las afueras de los hospitales?
 
La eficacia en la orientación estratégica de cualquier organización, depende de dos condiciones  fundamentales de los equipos directivos: i. experticia gerencial y habilidad técnica para definir la orientación estratégica correcta ii. Estabilidad para garantizar procesos de implementación sostenidos y efectivos. 

Evaluemos esta perspectiva a la luz de experiencias asociadas a nuestro sector público:

Interconexión Eléctrica S.A. E.S.P - ISA - es una empresa de carácter mixto considerada por todos como un ejemplo de desarrollo empresarial sostenido, el éxito de su operación está fundamentado por equipos directivos expertos en gerencia de organizaciones complejas, que han hecho carrera en el sector antes de llegar a dirigir: durante casi medio siglo de operación esta institución ha tenido solamente seis gerentes.

En el otro extremo del espectro se encuentra el Ministerio de Salud y la Protección Social - MSPS -,  una organización que ha experimentado una fusión y una escisión en un periodo no superior a  diez años, responsable de un sector en crisis, caracterizado por su incapacidad para garantizar la entrega a la sociedad de bienes y servicios públicos prioritarios. Entre el 2010 y el 2013 esta organización ha tenido tres equipos directivos diferentes, responsables de direccionamientos estratégicos diversos; los ministros han tenido perfil de investigadores y  han hecho carrera en la academia, con tránsitos fugaces por la dirección de organizaciones públicas complejas de sectores dispares antes de llegar al ministerio.

Los estudios realizados por el Massachusetts Institute of Technology - MIT - concluyen que el tiempo estimado para alcanzar el máximo rendimiento, en el desempeño de cargos ejecutivos al interior de organizaciones complejas como las anotadas, es superior a 26 semanas. Este horizonte es factible, en  casos en los que los directivos provienen del mismo sector al que son vinculados y han surtido un proceso de formación gradual, mediado por el desarrollo de altos estudios en gerencia y la acreditación de experiencia que los capacita para dirigir empresas. En el caso de ISA es claro que la organización ha logrado capitalizar la curva de aprendizaje de sus directivos, sin embargo, considerando las características de los perfiles de los ministros y los resultados del sector, en el caso del MSPS es técnicamente imposible que estos directivos hayan alcanzado el tope de su curva de aprendizaje, en el marco de tiempos de rotación tan cortos. De hecho, es posible que los horizontes de la curva de aprendizaje en este caso, se quintupliquen debido a las limitaciones en materia gerencial de los perfiles mencionados.

Dinámicas como la observada en el MSPS pueden encontrarse en casi cualquier organización del sector público, en la actualidad el Instituto Distrital de Desarrollo Urbano, cuya misión es “desarrollar proyectos sostenibles para mejorar las condiciones de movilidad en términos de equidad, integración, seguridad y accesibilidad de los habitantes del Distrito Capital, mediante la construcción y conservación de obras de infraestructura de los sistemas de movilidad y espacio público”, es dirigido por una Comunicadora Social y Periodista, Especialista en Opinión Pública y Marketing Político, Máster en Análisis de Problemas Económicos, Políticos e Internacionales Contemporáneos; por otro lado, todos tenemos noticia de la alta rotación de cuerpos directivos, que ha tenido esta organización durante los últimos años.  

La solución para una problemática como la descrita, es reformar completamente el proceso de vinculación de altos servidores públicos, de manera que se garantice la estabilidad y su idoneidad gerencial. La descripción de esta reforma, será la base para una columna de próxima publicación.